En Guadalajara, la presencia residual de UCD casi les priva del triunfo a los socialistas.
Felipe González se fuma tranquilamente un cigarillo en un comité federal del PSOE. Junto a él, Ramón Rubial, presidente del PSOE. /Archivo Flores y Abejas. Foto: PSOE.
Este 28 de octubre, se cumplen cuarenta años del primer triunfo electoral del PSOE de Felipe González tras la Transición democrática. El Partido Socialista, que no había sido el protagonista durante la dictadura, papel que giró sobre el PCE de Santiago Carillo [Ramón Tamames llegó a decir que tenían “cien años de antigüedad y cuarenta de vacaciones”] se hizo con parte de los restos del naufragio de UCD, que perdió 157 diputados, un récord en la democracia europea.
Los socialistas fueron la fuerza política más votada en todas las provincias de España menos en Gerona, Vizcaya, Guipúzcoa, Lugo, Orense, Pontevedra, Burgos, Avila, Segovia y Soria /Wikipedia. Los socialistas sumaron los emblemáticos diez millones de votos, ganaron 81 escaños, casi tantos como la Alianza Popular de Fraga, que se presentó sin éxito como su heredero natural. Este derrumbamiento de UCD era previsible tras la crisis que llevó a su fundador, Adolfo Suárez, a marcharse del partido y fundar Centro Democrático y Social (CDS); y a los socialdemócratas de Fernández Ordoñez a aterrizar en el PSOE a través del Partido de Acción Democrática (PAD), que proporcionó al PSOE un buen equipo de cuadros para gobernar, entre ellos el nombrado gobernador de Guadalajara, Eduardo Moreno Díez. El CDS fracasó y solo sacó 2 diputados y UCD se quedó en 11. En UCD apenas habían permanecido los democristianos, siendo su candidato Landelino Lavilla, que “llegó demasiado tarde”, se lamentaba Luis de Grandes. Este cuenta en sus memorias que Fraga le ofreció encabezar la lista por Guadalajara, pero que prefirió hundirse con UCD.
La extrema derecha se pegó un batacazo (entre Fuerza Nueva y Falange apenas rascaron unos 1.500 votos en Guadalajara) y el partido que promovió el golpista Antonio Tejero recibió 130 votos.
En Guadalajara se calcó el resultado nacional y como decía el presidente provincial de UCD Luis de Grandes, “los programas y los candidatos provinciales han tenido una nula incidencia en los resultados”. Aun siendo esto verdad, UCD cosechó en Guadalajara uno de sus mejores resultados de toda España y la gran pregunta que todos nos hacíamos fue dónde irían a parar los 12.049 votos y los casi tres mil del CDS, que también llevó una lista potente, encabezada por el abogado Francisco González Gálvez y con personas que hasta entonces habían militado en UCD.[Entre ellos estaba el médico Luis Suárez de Puga, quien pudo ser alcalde de Guadalajara, y que fue destituido como director del INSALUD mediante una carta que le entregó un ordenanza]
En las siguientes elecciones de 1986 comprobamos que estos votos fueron recogidos en su mayor parte por Alianza Popular en coalición con PDP (democristianos de Luis de Grandes) y UL (liberales), lo que impidió al PSOE repetir resultado. En 1982, la gran noticia era que, por primera vez, los socialistas se convertían en el partido más votado en la provincia, con el 38,18% de los sufragios, en una dura pugna con Alianza Popular. El segundo escaño estuvo toda la noche bailando entre el secretario provincial del PSOE, Javier López y Paco Tomey (que se estrenaba con AP). Los socialistas habían sacado una ventaja apreciable de casi 4.000 votos en las urnas de Guadalajara y Azuqueca, donde gobernaban con dos alcaldes potentes, pero el voto de la Guadalajara rural fue para AP, que al final solo perdió por poco más de quinientas papeletas.
Una noche tranquila en Guadalajara
El resultado se siguió con moderación y nerviosismo en la sede del PSOE en la plaza de los Caídos. Apenas se descorcharon unas botellas de cava, se cantó sin exageraciones la Internacional, cuya letra habían traído en un folio los de las Juventudes Socialistas, y hubo que esperar hasta la mañana siguiente para saber el primer resultado provisional oficial: los diputados proclamados eran el ilustre abogado madrileño Leopoldo Torres Boursault (que llegó a ser Fiscal General del Estado), Javier López y por AP Manuel Cantarero, paracaidista que mandó aquí Manuel Fraga de número 1. En el senado, tres socialistas: el arquitecto Javier Solano, el funcionario Rafael de Mora y el líder de UGT, Alfonso Trillo. Provisionalmente se adjudicó el cuarto escaño al sindicalista agrario Antonio Zahonero, aunque en el recuento definitivo lo perdió por solo 5 votos en favor del empresario José Ruiz, ambos de AP. A juicio del entonces líder del PSOE, Javier López, la victoria socialista en Guadalajara se debió a varios motivos: la conexión que el partido supo establecer con los ciudadanos y la desaparición del voto del miedo en el medio rural. “Si este proceso continúa puede consolidarse una mayoría estable del PSOE en Guadalajara”, valoraba. Como hemos dicho antes, para ello hubo que esperar 37 años hasta las Generales de abril de 2019 en que el PSOE fue otra vez el partido más votado en Guadalajara.
En la derecha local, frustración. Tomey responsabilizó a UCD del triunfo del PSOE, aunque reconocía la buena campaña realizada por los socialistas: “Por el cambio estaba bien, porque la sociedad española quería cambiar, por el fracaso de UCD”. En el PCE su líder Paco Palero reconocía su frustración por el resultado (11.946 votos), porque el PSOE había capitalizado los deseos de cambio y se mostraba preocupado por la ascensión de AP, “que ha aglutinado hasta la derecha franquista; el resultado comporta un riesgo de bipolarización de la política española”. “En Guadalajara sabíamos que íbamos a descender, pero no me esperaba tanto”, remachaba Palero.
Pinceladas a un resultado electoral en Guadalajara
Este artículo de Santiago Barra, autor de este reportaje, fue publicado el 4 de noviembre de 1982 en “Flores y Abejas”, el periódico en el que trabajaba como redactor-jefe:
“No por esperada, la rotunda victoria del Partido Socialista Obrero Español ha constituido un hito sin precedentes en la historia de la democracia española. No por prevista, el estrepitoso hundimiento de Unión de Centro Democrático ha alcanzado cotas sin parangón posible por un partido de gobierno en una democracia.
¿Pero qué conclusiones podemos sacar de estas terceras elecciones de la democracia española? Algunas muy jugosas:
-El pueblo español ha expresado con la contundencia que solo otorgan los votos, que quiere ser el protagonista de su propio destino. Con una participación del 79,57%, ha tirado por tierra toda la demagogia de quienes apelaban a un malestar general, del que responsabilizan al régimen democrático, para justificar así acciones anticonstitucionales. El golpismo militante del partido de Antonio Tejero se reduce a 25.000 personas en toda España, cifra tan ridícula que se comenta por sí sola. El pueblo español, con su actitud inequívoca, ha contribuido a consolidar la democracia mucho más que todas las declaraciones políticas desde el 23-F.
-El electorado ha votado opciones perfectamente definidas. Diversas circunstancias que ahora no voy a analizar permitieron dejar la contienda electoral en un mano a mano entre el PSOE y Alianza Popular. El PSOE se hizo trasversal y ofreció una oferta política que trascendió de su mero ámbito socialista, y que ha sido capaz de aglutinar al electorado que apostaba por un cambio, sin traumas, pero que trajera unas maneras nuevas a la política española. Ha sido, en cierta medida, un voto por la ilusión, el progreso, la esperanza y, al mismo tiempo, la confianza de que no se van a dar pasos en falso.
Den un segundo lugar, Alianza Popular, el partido de Manuel Fraga por excelencia, es también el segundo triunfador de estos comicios. El veterano político ha aglutinado tras sus siglas a toda la derecha tradicional española, con pequeñas aportaciones de electores que en anteriores comicios habían votado a opciones involucionistas, y en mayor medida, al partido del Gobierno: UCD. Falta por saber cuál va a ser la actuación de Alianza Popular al frente de la oposición parlamentaria, y si este partido puede convertirse , con el tiempo, en una fuerza política coherente, conservadora, pero inequívocamente democrática, capaz de arrastrar hacia sus filas a todo el electorado de centro. Y es que a pesar del indudable ascenso de Alianza Popular en estas elecciones -de 9 a 105 escaños-, ese mismo electorado también pone en entredicho la teoría de la mayoría natural de Manuel Fraga. El análisis de los resultados nos indica que la mayoría natural de España, ahora, está en el cambio ofertado por los socialistas, y que incluso sumando los sufragios de UCD y AP, aun faltarían casi tres millones de votos en esa mayoría natural de Fraga. ¿Es capaz AP de constituirse en una alternativa de Gobierno por sí misma? En política no hay nada seguro, y todo pronóstico entraña un riesgo, pero es evidente que bajo los actuales supuestos tan marcadamente conservadores de AP, si no se produjera una desilusión general por la gestión socialista, es difícil pensar en esta AP como alternativa de poder en solitario.
-El hundimiento de UCD ha sido, como el triunfo del PSOE, diagnosticado en todos los sondeos – que una vez más han vuelto a acertar-, por lo que la actitud de aquel partido se hace todavía más incomprensible. Entiendo que UCD ha sido una formación política que ha prestado grandes servicios en la Transición a la democracia, pero no supo consolidarse nunca como partido de gobierno estable. Aun aceptando que el poder desgasta, y que su gestión ha sido francamente decepcionante en diversos aspectos, su fracaso electoral también hay que buscarlo en la clase política que integraba ese partido, porque con sus desavenencias, crisis e intrigas permanentes han dado un espectáculo tan lamentable que no ha perdonado su electorado. ¿Tiene futuro el centrismo como opción política? La realidad es que más de dos millones de españoles todavía han dado su voto a UCD o al CDS, a pesar de todos estos hándicaps entre los que se encuentra el voto útil que, ahora, es de Alianza Popular. Es, por lo tanto, aventurado dar por fenecido al centrismo como una alternativa política diferente, aunque tengo serias dudas de que sus dirigentes puedan consolidarlo como partido bisagra si no hacen un severo examen de conciencia sobre la actuación política pasada y obtener un mínimo de credibilidad entre esos poderes económicos que les han dado la espalda y han jugado fuerte por AP. La tarea es muy difícil.
-Guadalajara ha votado opciones políticas, por encima de las personas, y la condición de no nacido o no residente en Guadalajara, los paracaidistas famosos, ha tenido menos rechazo del esperado.
En las manos de las Ejecutivas Provinciales de los partidos está el que estos diputados, que han ganado la confianza del electorado de Guadalajara, guarden el paracaídas en la provincia.
Santiago Barra (4.11.1982)







