Vivió en Guadalajara y Horche, predicó en Pastrana. Creía en la necesidad de una vida religiosa más íntima, alejada del boato de la época. Negaba los sacramentos de la confesión y la comunión. Propugnaba un acercamiento a Dios a través de la palabra y el conocimiento. Se llamaba María de Cazalla y desafió todas las convenciones y prohibiciones de su época, el siglo XVI. Fue acusada de predicar y comentar las Sagradas Escrituras. Después de pasar en la cárcel cerca de año y medio y de sufrir tormento, salió absuelta porque el fiscal no pudo probar su acusación. A pesar de todo, María sufrió la vergüenza pública por ser mujer, por predicar y por saltarse las trabas que la ley había impuesto a las de su género.
De su época es también Luisa de Medrano, de cuya existencia sabemos sólo de forma indirecta. Nació en Atienza en 1484 y fue la primera mujer que impartió clases en una universidad europea, concretamente la de Salamanca. Dicen que sustituyó al mismísimo Antonio de Nebrija. Su obra filosófica y poética se perdió, sus referencias fueron borradas por orden del emperador Carlos I. El mismo año en que Luisa impartió clases en la universidad salmantina nacía en Jadraque Mencía de Mendoza, noble, mecenas de las artes y las letras y abanderada del humanismo. Fue alumna de Luis Vives. Vivió en los Países Bajos, donde convirtió su castillo en un jardín humanista y renacentista. De vuelta en España se instaló en Valencia, donde continuó con su colección de arte.
Pioneras
La historia de estas tres mujeres, brevemente esbozada, me ha venido a la mente por un hecho curioso. Bajaba por la carretera que une Villanueva de la Torre y Azuqueca de Henares. Al pasar por el campo de fútbol San Miguel he visto en sus muros exteriores el mural “Pioneras”, dedicado a mujeres que abrieron camino en sus respectivos ámbitos. Lo protagonizan Pepa Senante, Dolors Aleu, Ana Orantes, Carmen de Burgos y María Telo. Cada imagen tiene un código QR para que los interesados puedan conocer la historia de lucha de cada una de esas mujeres.
Es una iniciativa preciosa, necesaria. Y me dio por pensar en la cantidad, la gran cantidad de mujeres artistas, científicas, literatas, las que se han perdido en la Historia, las que han tenido que sobrevivir ocultas tras el nombre de un hombre. Pensé en aquellas cuyos méritos no han sido tenidos en cuenta, que han sido despreciadas y borradas directamente de los libros, las que han sufrido persecución por el simple hecho de ser mujer...por querer ser algo más cuando su futuro sólo estaba en el matrimonio o en el convento. Por eso traje hasta aquí la historia de estas tres alcarreñas, pioneras en su tiempo y olvidadas en el nuestro. Porque nuestra obligación es traerlas de vuelta. Se lo debemos.
Esteban Provencio Hernando
