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Los empresarios turísticos del Geoparque en la Sierra de Orea

Río de bloquesLas jornadas formativas dirigidas a los hosteleros continuaron en la Sierra de Orea, por donde transcurre la Geo-Ruta 9 del Geoparque, en una jornada que estuvo marcada por la nieve.

 Además, en esta ocasión los hosteleros conocieron el modelo de negocio del Camping del Autillo y tuvieron la oportunidad de degustar unos deliciosos galianos, receta típica de la transhumancia

El buen tiempo ha reinado durante toda la Semana Santa en el Geoparque de la Comarca de Molina de Aragón-Alto Tajo, que ha superado todas sus expectativas en cuanto a recepción de visitantes, incluso durante esta semana posterior, pero nadie lo habría advertido apenas unos días antes, cuando el Geoparque celebraba la cuarta visita guiada para empresarios turísticos de la comarca a la Sierra de Orea, por donde transcurre la Geo-Ruta 9. Esa mañana, la Sierra amanecía cubierta por un manto de nieve, pero se decidió seguir con el programa conforme estaba previsto, teniendo en cuenta que la nieve constituye uno de los principales atractivos de esta localidad en invierno.

Callejones Penas RubiasAdemás, aunque esta actividad se diseñó inicialmente para dar a conocer los recursos geológicos del territorio a los empresarios hosteleros, por primera vez se complementaba con una visita a los establecimientos turísticos de la zona, con el fin de que los empresarios pudieran conocer también otros modelos de negocio y compartir experiencias. En esta ocasión, se había contemplado una visita al Camping “El Autillo”, donde Marta y Mª Ángeles Corella, las dos hermanas que regentan este establecimiento, tenían listos unos deliciosos galianos, un plato tradicional de Orea típico de la transhumancia, que se puede encontrar en su carta.

La Sierra de Orea está situada en el sector más oriental del Parque Natural del Alto Tajo a una altitud de entre 1.500 y 1.861 metros. De hecho, Orea constituye uno de los núcleos de población más altos de España. El entorno se caracteriza por su gran geodiversidad, por lo que a lo largo de esta Geo-Ruta se descubren imponentes ríos de piedras, lagunas de agua salada, turberas antiguas e incluso los restos de un volcán, que existió hace unos 270 millones de años.

Pino silvestre de las siete garrasAdemás de disfrutar de unas espectaculares vistas de la Sierra nevada, los participantes descubrieron, gracias a las explicaciones de José Antonio Martínez, director científico del Geoparque, cómo se formó el río de piedras de Orea, depositadas en el valle procedentes de los escarpes de cuarcitas situados en las cercanías. La acción del hielo y los cambios bruscos de temperatura fragmentaron la roca en bloques, que se desprendieron por efecto de la gravedad. Este río de piedras puede tener en torno a cuatro metros de espesor y una longitud de un kilómetro. Debajo de él discurre el arroyo del Enebral, que se puede escuchar si se presta atención. La existencia de esta capa de agua entre los bloques y la arena explica el leve movimiento de los mismos ladera abajo, ya que el agua, al helarse, aumenta de volumen, levantando unos pocos milímetros algunos bloques. Este proceso repetido miles de veces provoca el lento flujo de los bloques hacia abajo.

A causa de la nieve, la expedición se quedó a 200 metros escasos de la cumbre del Cerro de San Cristóbal, desde donde se observa una espectacular vista del entorno, pero aun así las vistas eran increíbles. Escondidas bajo una espesa capa de nieve, se encontraban las cuarcitas y pizarras que conforman este cerro, las rocas más antiguas del Geoparque, procedentes del Paleozoico. Se trata del segundo punto más elevado del Parque Natural, a 1.861 metros –la cota más alta es la Peña de La Gallina, con 1.881 metros, situada cerca del río de piedras-. Estos cerros forman parte del macizo del Tremedal, en las estribaciones de la Sierra de Albarracín, una cadena montañosa formada durante la Orogenia Varisca, en el Paleozoico, hace 320 millones de años, por el choque de varios continentes, que dio lugar a una gran cordillera como el Himalaya.

nieveEn el paraje conocido como Fuente de la Rana, los empresarios pudieron contemplar el pino de las siete garras y conocer de cerca una turbera, una zona encharcada en la que se acumulan restos vegetales, parcialmente descompuestos. La materia orgánica, debido a unas condiciones especiales físico-químicas, no se descompone completamente, sino que se va transformando, por acción de ciertas bacterias, en un tipo de carbón que recibe el nombre de turba. Su estudio permite reconstruir las condiciones climáticas del pasado, ya que contiene partículas de granos de polen y otros restos que no se llegan a descomponer totalmente.

Posteriormente, en los callejones de Peñas Rubias, el director científico les explicó cómo se formaron estas rocas areniscas rojizas del Buntdsandstein, hace 245 millones de años, durante el Triásico Inferior, por la acumulación de sedimentos fluviales arrastrados por enormes ríos, aunque el paisaje que observamos hoy es consecuencia de la erosión y el moldeado de las rocas por agentes atmosféricos en periodos recientes. Estas rocas areniscas y conglomerados presentan líneas de debilidad denominadas diaclasas, por donde la erosión actúa con mayor eficacia. El agua y las raíces de los árboles inciden en estas grietas, agrandándolas progresivamente hasta llegar a independizar grandes bloques, configurando lo que se conocer como “ciudades encantadas”.

Otra de las paradas de esta Geo-Ruta es la laguna de la Salobreja, a la que no se pudo acceder por la nieve y que constituye un pequeño humedal de origen kárstico, situado en el fondo de una gran dolina, que se asienta sobre un sustrato de arcillas, sales y yesos del Triásico Superior, conocidos como arcillas y yesos del Keuper.

Los pasos de la comitiva llegaron a su fin en un apartadero en la carretera, donde encontramos el último panel de la Geo-Ruta 9, que evidencia la existencia de volcanes en el Geoparque, pero hace unos 270 millones de años, durante el Pérmico, solo que, tal y como explicó el geólogo, no se trataba de volcanes con forma de cono, como acostumbramos a reconocerlos, sino de grietas y fisuras a través de las cuales ascendió el magma del interior de la tierra. Las sucesivas erupciones volcánicas que se prolongaron durante millones de años, aunque con periodos de inactividad, rellenaron el valle. En total se acumularon 250 metros de rocas volcánicas: cenizas consolidadas y unas rocas de color gris-verdoso llamadas aglomerados. Este tipo de rocas tiene una vegetación propia asociada, como la Astragalus granatensis.

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