Atardeceres morados, olores relajantes, sonidos siseantes…La lavanda está en plena floración. Ahora es el mejor momento para acercarse a la zona de Brihuega y dejarse llevar por un espectáculo único
Campos de lavanda en Brihuega/ Nuria Fdez Monge
Recorrer los campos de lavanda a lo largo del mes de julio se ha convertido en un lujo al alcance de cualquiera y nadie quiere perdérselo. Igual que el valle del Jerte ha convertido en una fiesta colectiva la floración del cerezo, Brihuega y su comarca ha sabido rentabilizar y popularizar un espectáculo de la naturaleza que no deja a nadie indiferente.
Atardeceres
El placer está al alcance de la mano y el disfrute empieza ya en el camino. Cuando recorres las carreteras de la Alcarria, sombreadas por generosos árboles entre grandes llanuras sembradas de cereal… ya empieza el espectáculo.
De vez en cuando el campo está salpicado de coches solitarios parados en las cunetas, un indicio de que cerca de allí hay un campo de lavanda tiñendo el horizonte de morado. Son pequeños avisos de lo que llegará después.
A tan solo unos kilómetros de Malacuera los coches se agolpan a ambos lados del arcén. Allí se cultiva uno de los campos más extensos y a cualquier hora del día, pero sobre todo al atardecer, son decenas los coches que buscan un resquicio para que sus ocupantes disfruten del espectáculo.
La afluencia de visitantes es tan grande que incluso se ha instalado en una pequeña explanada una caseta a modo de tienda con productos relacionados con la lavanda. A su alrededor se arremolinan curiosos un puñado de turistas que buscan un jabón, una esencia, un recuerdo de su paso por los campos de lavanda.
Unos metros más allá empieza el verdadero espectáculo que sacia los sentidos.
Primero la vista. Un mar morado se extiende delante de los ojos de quien llega, tan llamativo que te hace olvidar a la gran multitud que como tú está disfrutando del espectáculo. Luego llega el olor penetrante, intenso e inconfundible … Y el sonido, con cientos de abejas zumbando y libando de las flores, y el tacto… suave y flexible en las zonas florecidas y áspero y recio en los tallos.
Con esa puesta en escena y con el sol escondiéndose en el horizonte de los campos de lavanda, el tiempo se detiene. No se escuchan las conversaciones, ni los cientos de clics de las cámaras. Todo se desvanece frente a esa orgía para los sentidos que permite recordar lo sencillo y barato que es disfrutar de la belleza de la naturaleza. Y todo a un paso. En Brihuega. En La Alcarria.

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https://www.guadalajaradiario.es/provincia/41153-un-festin-para-los-sentidos.html#sigFreeIded3fdc623f
Fotos: Nuria Fernández Monge







