Foto: Eduardo Bonilla.

La subida de la Cuesta de San Miguel sigue siendo uno de los mejores momentos de la Semana Santa de Guadalajara. Video en el interior.

De nuevo la procesión de María Santísima Esperanza-Macarena daba a la castellana Guadalajara un ambiente de latitudes más  meridionales que era precedida de la imagen de Nuestro Padre Jesús de la Salud. Las dos partieron de la parroquia de Santiago Apóstol. Centenares de personas abarrotaban la popularmente conocida Santa Clara, en realidad calle Teniente Figueroa, en una noche donde las temperaturas iban a la baja como en las anteriores.

Una salida que tiene especial dificultad, puesto que es la única iglesia que está por debajo del nivel de calle y por tanto los costaleros tienen que salvar las escaleras internas de la parroquia de Santiago, lo que provoca una espectacularidad añadida a la procesión.

Fotografía: Eduardo Bonilla.

Desde allí las cofradías emprendieron su camino en la remodelada calle Miguel Fluiters para recorrer su trayecto tradicional.

Foto: Luis Barra.

Fotografía: Eduardo Bonilla.

Además es la única procesión de la Semana Santa de Guadalajara que transcurre por una de los tramos más difíciles como es la empinada Cuesta de San Miguel desde la Plaza de la Concatedral de Santa María que los esforzados costaleros subieron una vez más sin parar hasta llegar a la plaza de Beladíez.

Fotografía: Eduardo Bonilla.

La imagen de la virgen de la Esperanza-Macarena fue labrada en un taller de Córdoba en 1950 por el maestro Manuel Romero y la restauró Antonio Martínez en 1993.

Esta cofradía fue impulsada originariamente por los agentes comerciales de Guadalajara cuando superados los años duros de la postguerra, en la década de los cincuenta, se crean varias cofradías para revitalizar la Semana Santa de Guadalajara.

Fotografía: Eduardo Bonilla.

Tras catorce años interrumpidos, inaugurando cada Miércoles Santo los desfiles procesionales de Guadalajara, la caída de cofrades hizo que en 1968 cesara en su actividad.

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Los años setenta no fueron buenos para las hermandades de Guadalajara, que empezaron a decaer por la falta de relevo generacional. Cada vez había menos cofrades y menos público en las calles. Pero en la década siguiente se fueron renovando las juntas de las cofradías y se incorporaron nuevas generaciones, a lo que sin duda contribuyó que muchas de las carrozas dejarán de ser desplazadas con ruedas y empezarán a ser cargadas por los hermanos. De este dinámica se benefició también la hermandad de la Esperanza, que se reorganizó por completo y a partir de 1993 volvió a salir en solitario el Miércoles Santo, después de unos años en que fue creciendo incrustada a la procesión de su hermana parroquial, Jesús de la Pasión.

Foto: Eduardo Bonilla.

La imagen titular es portada por costaleros que, al estilo sevillano, marchan apretados en el interior de la carroza siguiendo las precisas órdenes del capataz, que les guía por las calles más sinuosas tanto a la salida de la imagen como en los giros más complicados. Prueba de la robustez de la hermandad es que desde el 2000 sacan un segundo paso, el Cristo de la Salud, que se trata de la imagen de Jesús atado a la columna, de Raúl Trillo, también a hombros de los costaleros. En total son unos sesenta los costaleros que se necesitan para gobernar los dos pasos.

Foto. Eduardo Bonilla.

Durante casi cuatro horas, la procesión recorre diversas calles de Guadalajara. La parte más emocionante, por el esfuerzo que implica a los costaleros, es la subida por la empinada cuesta de San Miguel hasta llegar a la plaza de Moreno.