Me comentaba una amiga que su vida hace unos días cambió por la entrada en su casa de un gato callejero que le hizo descubrir la figura del gato como animal de compañía. La entrada de un gato en tu casa, cuando no has tenido nunca, es como una caja de sorpresas que no sabes que te puede deparar.
Los cachorros suelen ser adorables y muy demandados en muchos hogares deseosos de acoger a estos felinos tan peculiares, pero tienen la mala costumbre de crecer, de usar sus uñas, de comer, de cagar, de morder, de hacer ejercicio físico muy activamente, de ponerse brutos, de soltar mucho pelo, de jugar de una forma incontrolada y de vivir una media de entre 10 y 15 años.
Misifú, que así es como se llama el gato de mi amiga, ha supuesto un tesoro pendiente de descubrir para ella y es que cada día le sorprende con su especial forma de vida, su peculiar ronroneo, su posturas de dormir, su característico andar y tantas otras peculiaridades de Misifú. La realidad es que a mi amiga y a tantos otros que deciden adoptar un gato les falta cultura y educación sobre lo que, realmente, significa compartir la vida con un gato, y la magnitud sobre la decisión que supone incorporar un animal a la familia de forma responsable.
Le decía a mi amiga -porque ahora solo hablamos de gatos- que tengo un compañero de trabajo que vive en la zona de la calle Antonio Cañadas en Guadalajara capital, y que está desesperado con los gatos porque en ese barrio hay una colonia felina que está causando, como en tantos otros barrios de la ciudad, algunos problemas entre los vecinos derivados de estas colonias felinas. Es difícil gestionar estos tipos de colonias en las ciudades porque suelen aparecer una serie de problemas y conflictos vecinales vinculados a ellas como los ruidos por celos nocturnos, hedores de orines y excrementos, daños en las plantas de los jardines y en los coches, comida desperdigada por las calles y aceras etc.
Los gatos son las estrellas de muchas conversaciones y foros de internet y redes sociales y, sin embargo, cada año se abandonan 120.000 en España, que acaban en la calle. Estos animales asilvestrados están generando un problema de salud pública difícil de atajar y se han convertido, cuando se concentran en colonias, en una de las especies invasoras callejeras más dañinas que según informes técnicos causan la muerte por predación de ciertas especies de aves, de micromamíferos, de reptiles e invertebrados y también la transmisión de enfermedades. El gato es un depredador natural y aunque estén controlados y alimentados son un problema y tienen un impacto ecológico en las zonas donde están, ocasionando que biodiversidad de estas zonas disminuya considerablemente. Un gato en la calle, vacunado, esterilizado y en condiciones sanitarias óptimas, es un gato que sigue cazando durante los muchos años de vida que le quedan.
Si bien el Ayuntamiento de Guadalajara tienen la responsabilidad, en materia de estos animales, de asegurar la propiedad de los mismos, y la compatibilidad con la higiene, la salud pública y la seguridad de personas y bienes, así como la de garantizar a los animales una adecuada protección y buen trato, vigilando el cumplimiento y la activación del protocolo de Captura Esterilización y Suelta (CES) para regular todas las cuestiones que afectan a las colonias felinas; la realidad es que este método CES no resuelve el problema porque aparecen en escena gatos no castrados de personas que se desprenden de sus gatos pues, se fomenta el abandono cuando los vecinos saben que al deshacerse de su mascota serán atendidos con cuidados en la calle. La esterilización masiva, de poder aplicarse de manera efectiva, solo funcionaría a largo plazo, pero sigue sin resolver problemas urgentes. Los estudios dicen que para que funcione tienes que llegar a castrar a más del 70% de los animales y esto es complicado, porque coger un gato no es fácil.
Lo ideal sería que no hubiera gatos asilvestrados en la calle, como ocurre con los perros, habría que recogerlos y llevarlos a los refugios de animales para intentar que sean adoptados. De no hacerlo las colonias felinas terminarán siendo un gran problema en las ciudades. En Guadalajara también. Se debería empezar a educar para erradicar el abandono y penalizar a quien lo haga y por supuesto promover la adopción de los felinos que sean recuperados de las calles.
Antonio de Miguel. Miembro de Alma Rural