Encarnación Cabré participó, en 1934, en la campaña arqueológica en Riba de Saelices
Encarnación Cabre, anterior a 1947. Foto: Instituto Patrimonio Cultural España
A Juan Cabré le costaba separar el trabajo de su vida familiar. De otra manera no se entienden sus fotografías. El que fuera uno de los arqueólogos españoles más destacados de principios del siglo XX, nos legó numerosas imágenes de sus campañas. En Ávila, en Madrid, en Teruel, Atienza, Anguita, Riba de Saelices… Y en todas ellas, siempre, entre el polvo de las piedras y de las ruinas, ocultas por el blanco y negro y el paso del tiempo, aparecen, a veces juntos o tal vez por separado, una mujer, un niño y una joven, siempre una joven. Su figura sería fundamental para la arqueología nacional y, por supuesto, para la particular de Guadalajara. Tras la guerra la intentaron silenciar; su labor, sin embargo, terminó abriendo camino.
Encarnación Cabré nació en Madrid en 1911. Y debió ser ahí, haciendo grabados y tomando fotos en los trabajos de su padre, donde le surgió la vocación. Con 17 años ingresó en la Universidad Complutense de Madrid para estudiar Filosofía y Letras, sección Historia. La formación la completó en distintos países de Europa, principalmente en Alemania.
Ya desde joven comenzó a asistir a congresos arqueológicos. “Miss Congress” la llamaban. En 1929 participó en el IV Congreso Internacional de Arqueología de Barcelona, donde presentó el único estudio realizado por una española. En 1930 estuvo en el XV Congreso Internacional de Arqueología y Antropología Prehistórica, de Lisboa. Su imagen acaparó las primeras páginas de los diarios portugueses; era la primera y la única mujer en España dedicada profesionalmente a la arqueología.
Cabré, en Las Cogotas (Avila). Foto: Instituto Patrimonio Cultural España
La primera mitad de los años treinta fueron intensos para María Encarnación Cabré. En 1932 comienza el doctorado en la Universidad Complutense. El curso 1933-1934 inicia su tarea docente. Lo hizo como profesora de Historia y Geografía en el Instituto-Escuela de Madrid y también como profesora-ayudante en el Departamento de Arte de la Universidad Complutense. En el curso 1934-35 obtiene una beca de la Junta Superior de Ampliación de Estudios para realizar cursos de Prehistoria y Etnografía en las Universidades de Berlín y Hamburgo.
Los Casares
A finales del verano de 1934 su padre, Juan Cabré, inicia una nueva campaña en La Riba de Saelices. Ella copió los grabados rupestres paleolíticos descubiertos y se encargó, posteriormente, de dar a conocer el yacimiento en Alemania.
Felino Sala nº3 Casares, dibujado por Cabre. Foto: IPCE
Su trabajo y el de su progenitor resultaron fundamentales para que La Cueva de los Casares fuera declarada, en 1935, como Monumento Nacional. Precisamente este hallazgo, junto con sus estudios de la Colección Cerralbo y los trabajos realizados a partir de las excavaciones de la necrópolis del Altillo de Cerropozo, en Atienza, son algunas de sus aportaciones más destacadas.
No contenta con toda ello, Encarnación continúa esos años con su febril actividad. Así, entre 1934 y 1936 participó en las Misiones Pedagógicas de la Segunda República, al mismo tiempo que viajó por distintos países europeos. La Guerra Civil supuso un paréntesis en su carrea. La familia rechazó la evacuación y, junto a su padre, participó en la protección de los fondos del Museo Cerralbo y el Arqueológico Nacional. A pesar de todo ello, tuvo tiempo para finalizar su tesis doctoral.
Tras el fin de la guerra a Encarnación le impidieron volver a la universidad como profesora. Sin embargo, en las décadas de 1940-60 publicó trabajos en revistas y congresos y, de nuevo en 1974, retomó su labor científica con la publicación de 25 trabajos sobre la Edad del Hierro. Falleció en 2005.
La familia Cabre, a la entrada de Los Casares. Foto: IPCE
Hace casi veinte años ya. Sí, es verdad, hoy es el Día Internacional de … pero tampoco hace falta esperar a ello. Siempre es un buen momento para recordar su figura y su obra. La arqueología, la provincia de Guadalajara, las mujeres, todos, estamos en deuda con ella.
