El grupo reunió a más de 6.000 personas según las primeras estimaciones

Afortunadamente en la música, como en el cine, la crítica va por un lado y el público, soberano, va por otro bien distinto. Camela, que nunca ha gozado del favor de los medios ni de la crítica especializada, es un vivo ejemplo de ello. Llevan casi tres décadas sobre los escenarios y siguen siendo un fenómenos de masas, tanto para el que lo quiera reconocer como para el que no. Ayer, en Guadalajara, en el estadio de la Fuente de la Niña, volvieron a dar muestras de su poder de convocatoria reuniendo a más de 6.000 personas, según las primeras estimaciones de la organización. Entre ellas, agolpadas en primera fila como auténticos fans al borde del paroxismo, jóvenes, adultos y hasta señoras septuagenarias. El fenómeno Camela, sin duda, traspasa barreras generacionales.

Arriba la puesta en escena que todo el mundo venía a ver. Tecno-rumba clásica
(el estilo del que Camela fue precursor), luces, brillantina y canciones de amor y desamor. Antiguas y modernas. Todas en boca del público, esos jóvenes, adultos y directamente mayores que se les sabían, como se decía antiguamente, de “pe a pa”. Camela ya no son los mismos. En 2013 se dio de baja el teclista Miguel Angel y Dionisio y María Angeles, para que mentirnos, tiene algunos años más. Pero sobre el escenario continúan dándolo todo y su música sigue siendo igual. Esa que te impulsa, sin saber bien porque, a mover el esqueleto y a disfrutar del momento. Que se lo digan ayer al público de Guadalajara. Por la Fuente de la Niña pasó un fenómeno, el fenómeno Camela. Y a la crítica, que le den.











