La Madre Teresa se mantenía en su postura de no ir a fundar a Pastrana un convento femenino pese a los miedos del mensajero, quien pensaba que tal negativa era "hacerle afrenta, porque la princesa estaba en Pastrana esperándola”, a lo que la Santa respondió que fuera a comer, ella escribiría a la Princesa.

No veía ninguna posibilidad, así como sus compañeras fundadoras, de que la fundación de Pastrana fuera posible en aquellos momentos, por muchos que fueron los deseos y los poderes de Dª Ana de Mendoza, la impaciente Princesa. Como solía proceder en los momentos más complicados, Santa Teresa, se fue ante el Santísimo Sacramento, a pedir luz a Su Majestad, para acertar en la que debía escribir a la Princesa:"de suerte que no se enojase, porque no estaba muy mal, a causa de comenzar entonces los frailes la fundación de un convento y para todo era bueno tener a Ruy Gómez, que tanta cabida tenía con el Rey y con todos, y además no quería disgustar a la Princesa”.

Después de la consulta en la oración y del respaldo de su confesor la Santa partió para Pastrana no sin llevar consigo la Reglas y Constituciones de la Reforma para evitar posibles dificultades, como así sucedió. Llagada a Pastrana: “Hallé allá a la Princesa y al Príncipe Ruy Gómez, que me hicieron muy buen acogimiento, más de lo que yo pensé; porque la casa estaba tan chica, que la princesa la había mandado derrocar mucho de ella y tornar a hacer de nuevo, aunque no las paredes, más hartas cosas”.

Durante tres meses todo se complicó mucho porque la Princesa quería imponer su peculiar visión cómo debía de ser la vida conventual de la comunidad, la santa lo narra así: “adonde se pasaron hartos trabajos, por pedirme algunas cosas la princesa que no convenían a nuestra Religión, así me determiné a venir sin fundar, antes que hacerlo”.

La intervención del Ruy Gómez con su gran habilidad negociadora y su gran conocimiento de la psicología femenina logró evitar que la Madre Teresa abandonara la fundación de Pastrana. “El príncipe Ruy Gómez con su cordura que lo era mucho, y llegado a razón, hizo a su mujer que se allanase (…)”.

La muerte de Ruy Gómez lo cambió todo  

La vida de la comunidad volvió a su normalidad, escribe la Santa: “Estuvo el monasterio allí (Pastrana) de ellas (femenino) en mucha gracia de estos señores y con gran cuidado de la princesa en regalarlas y tratarlas bien”. Toda esta tranquilidad y armonía se vino abajo cuando el 29 de julio de 1573, muere el gran protector de la Madre Teresa, a quien tenía en gran consideración. La muerte del Ruy Gómez supuso para Dª Ana Mendoza un trastorno emocional del que nunca se recuperaría. Viuda y enlutada a los 33 años ingreso en el convento del que era protectora, escribe la Santa: “cuando murió el príncipe Ruy Gómez, que el demonio, o por ventura el Señor lo permitió- Su Majestad sabe por qué- con la acelerada pasión de su muerte entró la princesa allí monja. Con la pena que tenía, no le podían caer en mucho gusto las cosas a que no estaba usada de encerramiento, y por el santo concilio la priora no podía dar las libertades que quería".

La historia del convento femenino de Pastrana después de la muerte de Ruy Gómez y la vida de su viuda siguieron caminos muy diferentes. Segovia fue le ciudad elegida para sustituir a Pastrana. La vida de la Princesa de Éboli ha sido objeto de graves difamaciones y manipulaciones. La Madre Teresa la disculpa escribiendo: “Sólo en lo que tengo dicho, fue la ocasión y la misma pena que esta señora tenía y una criada que llevó consigo, que a los que se entiende, tuvo toda la culpa. En fin, el Señor que lo permitió”.

PD. Es de esperar que el congreso internacional sobre Ruy Gómez de Silva, profundice en la muy interesante y poco analizada personalidad del que fue el personaje más poderoso del Reino. Amigo de infancia del Felipe II y su más íntimo consejero.

Fidel García Martínez.
Catedrático Lengua-Literatura, Doctor Filología Románica, Licenciado Ciencias Eclesiásticas.

Ver también: "Santa Teresa y Ruy Gómez de Silva (I)"