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Relato de la trágica tarde de Aire Sur L´Adour

12FANDIæOFandiño en Guadalajara./ Foto: Fernando Toquero.Así se produjeron los hechos en la tarde de del 17 de junio del 2017 en la Plaza de Toros de Aire Sur L´Adour.

 En el primer toro de la tarde, Iván Fandiño cortó una oreja. Un toro nada fácil de Baltasar Ibán, una faena marca de la casa, llena de compromiso, arrojo, enseñando los dos pitones y culminándola con una estocada en todo lo alto atracándose de toro y perdiendo la muleta.

El tercer toro de Baltasar Ibán le correspondía a Juan del Álamo, se llamaba "Provechito", estaba herrado con el número 53, era negro zaino y nació en marzo de 2013, ofensivo de pitones y escurrido de carnes.

Tras el segundo puyazo Iván salió a hacer un quite marca de la casa, es decir, ciñiendose mucho al toro y dándole ventajas. El primer lance sacando las manos fue para colocar el toro, luego le dio metros y volvió a citar. La primera chicuelina por el pitón izquierdo resultó estética, pero en la segunda por el mismo lado no hizo caso al toque y se le vino al cuerpo, tal vez apoyado que la querencia la tenía en esa dirección. Fandiño sale trastavillado y entre los pitones del toro y el capote acaba cayendo al suelo de costado. Un subalterno pega un lance al toro para apartarlo de Iván, que rueda por el suelo. En un instante cuando parecía alejarse el peligro el toro vuelve sobre el torero en el suelo, indefenso, y hasta cuatro banderilleros con capote y Juan del Álamo a cuerpo limpio intentan quitarle el toro. Pero ya es tarde; el toro ha prendido a Iván, que en la huida le levanta. El toro le infiere la cornada en la parte baja del costado, de forma casi imperceptible por su rapidez. Caras de preocupación en el callejón y Teo, su mozo de espadas de toda la vida, corre a por agua. Nestor, su apoderado, no pierde ojo en el torero.

El percance ha sido muy rápido y a priori hay confianza en que no haya pasado nada. Intentan levantar al torero pero se desestabiliza y entre el personal de plaza, su banderillero Roberto Martín “Jarocho” y el torero Thomas Dufau le cogen en volandas.

Teo corre por el callejón con el agua. El torero se queja tapándose la cara. Por la estrecha puerta de toriles maniobran para meterle en volandas. Enfilan el estrecho y poblado pasillo. No se puede correr. Es difícil llevarle. Iván se queja más. Entre balbuceos le dice al torero francés: “Dufau, que se den prisa que me falta el aire”. Por fin llegan ante la puerta de la enfermería.

El burgalés “Jarocho” es el único de su cuadrilla que entra a la enfermería llevando al torero. Detrás entra Nestor su apoderado y en el cerco se quedan su mozo de espadas Teo y con su hijo en labores de ayuda de mozo de espadas. Los demás que han ayudado a trasportar al torero abandonan la enfermería. En su mente queda grabada la cara de Iván con un tono gris.

El equipo del Dr. Jean-Claude Darracq, formado por un anestesista y dos enfermeros le esperan en la enfermería. Se le encuentra el pulso muy débil. Desmontan rápido la taleguilla del torero y los médicos se miran con caras de preocupación. Casi no mana sangre, pero la cornada está en mal sitio. El pulso sigue débil. Iván se vuelve a quejar de que le falta el aire, serían sus últimas palabras.

40 minutos de trabajo en la enfermería explorando el agujero en el costado de Iván, de apenas 4 centímetros, que rasga su piel en el costado derecho. Sólo hay una trayectoria de 15 cm. Su estado es de urgencia absoluta. Se le estabiliza por vías venosas.

No se puede hacer nada en la enfermería de la plaza. La cornada es muy complicada: daña el hígado, riñón y pulmón, además de producir una fuerte hemorragia interna. Evacúan al Hospital Layné de Mont de Marsan en ambulancia por carretera. 31´9 kilómetros, 22 minutos en ambulancia.

En la ambulancia le acompaña un médico que tiene que bregar con la primera parada cardíaca en pleno trayecto; la supera. La carretera tiene buen firme y es recta. Segunda parada cardíaca, no puede superarla. Al hospital de Mont de Marsan llega muerto.

El Dr. Poirier, jefe de servicios y portavoz del hospital Layné de Mont de Marsan, en declaraciones al diario francés Sud-Oest: “El torero presentaba en el abdomen tres litros y medio de sangre negra, proveniente de las glándulas hepáticas, señal de que el hígado había reventado a causa de la cornada, que también rompió la vena cava, lo que le produjo un severo derrame interno. No se pudo hacer nada por salvarlo”.

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