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El Palacio del Infantado y el gratis total

Infantado-palacio-370x278El “abrazo” al Palacio del Infantado, con motivo del Día del Patrimonio (siempre hay motivo para abrazar a un monumento de su categoría)  viene bien para plantear  cómo debe hacerse más sostenible la conservación de los monumentos en España,  pero de ella subyace una idea a la que nos oponemos tajantemente, como es que por ser un bien público su acceso debe ser “gratis total”.

 Ese “abrazo” al Infantado  que organizan los partidos de la oposición y algunas asociaciones, como reivindicación,  es como un arroz pasado, porque las principales demandas se han conseguido, pero las elecciones están a la vuelta de la esquina y todo el mundo quiere dejarse ver o posicionarse. Nunca está de más que la gente se preocupe por su Patrimonio, y sobre todo cuando se trata de nuestro monumento más singular, como es el Palacio del Infantado, con la catedral de Sigüenza, el pináculo monumental de la provincia de Guadalajara.

En Toledo, como es habitual, alguien se tiró a la piscina sin agua, decretó el acceso de pago al Infantado y la cosa no gustó. Tal es así, que el alcalde Román habló con el consejero de Educación Cultura (así lo dijo en un pleno)  y se dio marcha atrás en lo fundamental: el acceso al monumento, es decir, al patio de los Leones, volvería a ser gratis, aunque sí se cobraría una tasa de 3 euros para entrar al Museo Provincial,  pero solo por la mañana, y con varios descuentos para diversos colectivos. No es “gratis total”, como reclaman desde la oposición, pero casi.

Lo primero que queremos decir es que en Europa no existe ese concepto del “gratis total”, por el que se supone que cualquier persona tiene derecho a acceder libremente a un monumento, simplemente porque sea de titularidad pública.  Quien ha viajado algo sabe que un monumento como el Palacio del Infantado no se podría ver por la cara en ningún país de Europa.  En los países con mayor patrimonio monumental tienen muy claro que los monumentos públicos deben tener una entrada más económica que los privados, pero nunca  gratis, sencillamente porque nada es gratis. Y en esto no hay debate: el mantenimiento de cualquier monumento de titularidad pública se sufraga con los impuestos estatales, regionales o locales, y no sería justo que el usuario de ese monumento no contribuya  con una mínima parte, para contribuir a hacer su conservación más sostenible.  ¿O es que cualquier turista que venga a Guadalajara se molestaría por pagar 1 euro en ver un patio tan espectacular como el de Los Leones en el Infantado? Lo que le extrañará a ese turista es que no lo tenga que hacer. Pensará que en Guadalajara  somos ricos.  No hay que confundir el populismo del “todo es gratis” con el progresismo.  Y lo progresista es que un turista contribuya a mantener el bien cultural del que disfruta, porque así lo valorará más, y porque de lo contrario el único que lo paga es el contribuyente con carácter general. 

Hemos hecho la distinción entre turista y vecino,  como se hace en otras ciudades y con otros monumentos. En Segovia, todos tenemos que pagar por entrar al Alcázar, menos los segovianos, que lo hacen gratis enseñando el carné de identidad. El razonamiento es básico: un turista, que es solvente para moverse hacia una ciudad que no es la suya, también lo es para pagar uno o dos euros por acceder al Infantado; pero al vecino de un municipio le debería resultar gratis ver cuantas veces quiera un patio como el del Infantado. Eso es lo que tendría que haber hecho la Junta, no subirse al carrusel del todo es gratis. Haber dejado libre el acceso a los arriacenses, y que los turistas paguen por ello, poque es la costumbre en toda Europa y además pueden.

La caída de los ingresos en la recaudación es común a todos los países de la Unión Europea, y no solo por la crisis, sino porque la vieja Europa es cada día más vieja, cada vez  sus ciudadanos vivimos más y lógicamente ello genera más gastos sociales de una población activa que no sube en la misma proporción a la pasiva. Eso significa que la disponibilidad de gastar en mantenimiento de monumentos cada vez será menor, gobierne quien gobierne,  con lo que habrá que buscar fórmulas nuevas para mejorar su autofinanciación sin que haya que subir el precio de las entradas al nivel de los privados.  O eso, o la ruina. Por ello, no hay que descartar la posibilidad de utilizar esos espacios por corporaciones privadas, siempre fuera del horario habitual al público y con unas tasas justas, y públicas, en proporción al  servicio que prestan.

En ese sentido, no hay nada que reprochar a que parlamentarios del PP hayan utilizado el patio de los Leones para una recepción a diputados y senadores de toda España. Y nos gustaría además que el próximo mes hubiera un acto similar del PSOE y al siguiente otro de Podemos. Eso sí, como dicen los catalanes, “pagando, eh”, y que el fruto de ese pago quedara en la conservación del monumento.  Eso sería lo serio y responsable.  Jugar al todo es gratis nos acabará conduciendo a un panorama similar al que vivió España tras la desamortización de Mendizábal, de la que todavía nos llegan sus lodos. Ahí  tienen el caso de Bonaval, que varios siglos después de que echaran a los monjes del Cister no ha habido institución pública o privada alguna capaz de impedir su ruina.

¿Cuántos bonavales más serán necesarios para que empecemos a tomarnos en serio el futuro de un Patrimonio Monumental en un país  tan rico como España, para que  este pueda ser sostenible, sin demagogias de tertulias de televisión?

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