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Cinco días en los que Guadalajara vivió peligrosamente

Incendio-canadaEl fuego del infierno se desató esta semana sobre Guadalajara. Hasta cuatro incendios llegaron a coincidir en el tiempo, el sábado, aunque lo peor se vivió el jueves y viernes cuando entre la sierra de Valdepeñas y la Campiña del Henares se quemaban más de 2.500 hectáreas. Afortunadamente, no hay que lamentar desgracias personales, y ni tan siquiera una sola casa fue pasto de las llamas. Todo ello denota que se hizo un buen trabajo.

 Parecía una película de terror. En la sierra de Valdepeñas, allá en la raya con la comunidad de Madrid, el miércoles día 31 se inició un incendio en la pequeña localidad de Tortuero, detectado por un vigilante fijo del servicio contra incendios a las 13,32 horas, y que pronto se extendió hacia Valdesotos,  una bella localidad de menos de un centenar de habitantes  en la cuenca del Jarama.  En un día de extremado calor y con algo de viento, las llamas cobraron fuerza gracias a un terreno escarpado y dotado del mejor combustible: jaras y monte bajo, con algunas masas de pinos. La consejera de Agricultura, María Luisa Soriano, que estaba en Guadalajara en un acto en Diputación,  anunciaba que había declarado el nivel 2 de alerta a las 16,15, lo que lleva consigo  un aumento de las fuerzas que intervienen en su extinción y la demanda de medios estatales de ayuda. Todo ello permitió que a las  17,15 horas estuvieran ya movilizados 43 medios -11 aéreos, 30 terrestres y 2 de dirección y coordinación- y 146 personas, tanto del dispositivo de extinción de incendios de  Castilla-La Mancha, como del Consorcio Provincial de Bomberos de Guadalajara, la Comunidad de Madrid y el Ministerio de Agricultura. Se pidió además la colaboración de la Unidad Militar de Emergencias (UME), que tuvo una presencia destacada al día siguiente junto con los hidroaviones del  ministerio de Agricultura y  del ministerio de Defensa. Ante el intenso humo, hubo que evacuar a los habitantes  de Tortuero y Valdesotos, que fueron acogidos en Tamajón.  Los medios aéreos y terrestres llegaron a totalizar los 113 y con 448 personas operativas. A pesar de todo este impresionante esfuerzo, el incendio no pudo ser controlado hasta el  viernes día 2 y no se dio por extinguido hasta la madrugada del sábado.  Ardieron 1.750 hectáreas, una  barbaridad, que requerirá de urgente medidas de repoblación para evitar la erosión de aquellos parajes y daños en todo el Jarama alto.

Por si fuera poco lo que estaba pasando en la sierra, el jueves día 1 de agosto,  a las 17,08, se detectaba un incendio en el término de Tórtola de Henares, coincidiendo con los momentos más duros  de la lucha contra las llamas que  querían abrasar la sierra de Valdepeñas. ¿Pura casualidad en un día que estaba declarado de alto riesgo de incendios en la provincia de Guadalajara? La consejería de  Agricultura nos  dirá.  Lo que sí sabemos es que se lo pusieron  muy difícil a los bomberos de los  servicios contra incendios,  que se tuvieron que desdoblar  para atacar también a este incendio en la Campiña del Henares, que amenazó a varias fincas agrícolas y a alguna ganadería taurina. Por Tórtola acabaron pasando  40 medios aéreos y terrestres y 143 personas. La madrugada del vienes fue terrible, con las llamas iluminando como espectros un cielo despejado y con fuerte viento que complicó todavía más las tareas de extinción.  El terreno de rastrojos secos y  pastos también favoreció la rápida extensión del fuego, que no  se controló hasta 20,06 horas del  viernes, aunque se dejó  un retén para rematar la faena y no se dio por extinguido hasta  las 20,06 horas del domingo.

Pero  no acaban aquí las casualidades, porque a las 16,51 horas  del  viernes día 2, es decir, cuatro horas antes de que el incendio de Tórtola estuviera controlado,  se declaró otro incendio a poco más de diez kilómetros, en el vecino municipio de Yunquera de Henares, también por causas todavía desconocidas. ¿Casualidad? ¿Una chispa que arrastró el viento? Los bomberos tuvieron que desdoblarse y destinar también fuerzass hasta Yunquera -5 medios y 21 personas de operativo-, que lograron hacerse con la situación y a las 20,05 el incendio estaba extinguido. Significar que en las cuatro horas que duró estuvieron activos en nuestra provincia tres incendios al mismo tiempo, dos de grandes proporciones.

Y para remate final,  el sábado se detecta un nuevo incendio –el cuarto desde el miércoles--, ahora  en la otra punta de la provincia, en la Alcarria baja. Todavía no se habían dado por extinguidos los de Tortuero y Tórtola, y las llamas aparecen esta vez en un lugar muy sensible a los incendios, como es la sierra del Altomira, un paraje maravilloso con  grandes masas de pinar junto al lago de Bolarque, en Albalate de Zorita,  y que ya nos ha deparado algún susto en verano. Se movilizaron 5 medios aéreos y terrestres, con un operativo de 21 personas, a los que hay que agradecer que aquello no se convirtiera en otro infierno, ya que fueron capaces de controlar y extinguir las llamas en poco más de dos horas.

Este es el relato resumido de los cinco días en los que la provincia de Guadalajara volvió a vivir peligrosamente por culpa de los incendios veraniegos. Y dos reflexiones:

1ª) La consejería de Agricultura y la Guardia Civil deben aclarar cuál ha sido el origen de estos cuatro incendios, que están sin determinar, si hay alguna conexión entre ellos, y establecer las medidas sancionadoras a las que haya lugar. Y lo debe hacer público cuantos antes, para que se sepa que en Castilla-La Mancha quemar el monte no es gratis.

2º) Nuestra felicitación a las 650 personas que trabajaron  y arriesgaron su vida –cualquier incendio es potencialmente peligroso para los que trabajan en su extinción, no lo olvidemos- para que las consecuencias no fueran mayores. Todo parece indicar que se ha hecho un buen trabajo, desde la consejera de Agricultura, que estuvo en el puesto avanzado de Tortuero, hasta todos y cada uno de los miembros de los retenes o de los aviones que han hecho centenares de descargas en esos cinco días. Y añadir también algo: los políticos y altos cargos no apagan ellos personalmente los fuegos, pero sí toman decisiones que pueden influir en la evolución de un gran incendio. Y cuando hay que decidir si se sube o se rebaja el nivel de alerta es mejor hacerlo desde un puesto avanzado, tomando la temperatura al incendio, que en el despacho o en la piscina de casa.  

Es esto lo que hizo la consejera de Agricultura, a quien acompañaron la presidenta de la Diputación, el delegado del Gobierno en Castilla-La Mancha y su subdelegado en Guadalajara, o el delegado de la Junta.  Hicieron su trabajo y no debería ser noticia. Pero lo es.

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