I. TORO, NOCHE NEGRA AMANECIENDO
A mañana ha despertado
primer cohete en la plaza,
que las ocho, en que ha sonado,
la noche ya al día abraza.
Estaban toros dormidos
pero han erguido la frente,
que están escuchando ruidos
y murmullos de la gente.
El sol que se despereza
ve que es un día distinto
y enciende con ligereza
toda lumbre en que está tinto.
Una muchedumbre aguarda
en un ruedo somnoliento,
asomándose a la barda
del segundo siente aliento.
Bomba al viento.
Al sonar de este petardo,
a distancia aún del coso,
ya está el toro más gallardo
mirando en torno furioso.
Miles de gentes esperan
a que sonase el tercero
que cuando los tres se unieran
se llenaría el sendero
donde ahora corredores
su calentamiento trazan,
antes de tocar tambores
pezuñas que se desplazan.
¡Ay, tú, toro, toro, toro
noche negra amaneciendo,
con tu vigor meteoro
el día ya está rompiendo!
Salga el toro.
Explota el tercer disparo
y el corral que se va abriendo,
la manada con descaro
a Bejanque está saliendo
II. SEPTIEMBRE SE HA PUESTO SERIO
Del corral de San Francisco
hato fiero, ya crecido,
está girando rotonda
para iniciar recorrido.
¡El sol ya lo está mirando
desde el cielo enmudecido
y los luceros brillando
al festejo se han unido!
¡Ay, tú, toro, toro, toro
noche negra amaneciendo,
con tu vigor meteoro
noche y día estás uniendo!
Refundiendo.
Septiembre se ha puesto serio
cuando ve salir al toro,
llenan aire de misterio
las hachas que porta el toro.
Algún mozo ya en la curva
da un recorte matutino,
pero cabestros y toros
otean más el camino.
Vienen cuatro toros negros
y dos de color rojizo
más los mansos y cabestros
de color casi cenizo.
III. SUBIENDO POR LA CARRERA
Cuando enfilan la Carrera
y ven ya abierto el pestillo,
se deciden a correr.
¡Portan presto su cuchillo!
Por doquier.
Ofrecen las talanqueras
-que algunos llaman olivo-,
ofrecen las talanqueras
salvaguarda al fugitivo.
Viendo llegar los morlacos
resoplando -no otro ruido,
excepto el de las pezuñas,
toca el timbal del sonido-
viendo llegar los morlacos
en la mañana sin ruido,
algún cauto corredor
ya al olivar se ha subido.
Corredores laterales
que ante seis toros corridos
de olivareros afanes
se han notado estremecidos..
Compungidos.
Pero son los más valientes
los que ponen los sentidos
por correr más que los toros
sin llegar a ser cogidos.
¡El fuego negro del toro
a ambos lados va mirando,
de fuego negro arponado
ambos lados va incendiando;
y dos de ellos, ya encarnados,
el fuego rojo del toro
van prendiendo en ambos lados
sus brasas, que abrasan todo!
IV. CIENTOS DE ACEITUNAS ASOMAN DE LA CONCORDIA
Las barandas de Concordia
cual ramas de más olivos,
a punto están de doblarse.
¡Tan numeroso es gentío!
De quebrarse.
Si alguien bien los varease
estos verdes frutos vivos,
cayesen como aceitunas
en medio del recorrido.
¡Barandas las de Concordia
cuántos frutos tenéis vivos,
viendo correr los morlacos
de tan pétreos olivos!
Los toros y los cabestros,
ya vienen pegando brincos,
van afilando los toros
de sus punteros los pinchos.
Dos han trepado, al galope,
de la manada al principio,
con el cuello van buscando
bultos en que claven picos.
Más hocicos.
O quizá tan sólo busquen
hacerse un poco de sitio
por entre la muchedumbre
en la que han amanecido.
Los corredores, que se abren
porque pase este gran río
de los cuatro toros negros
y otros dos color cobrizo.
¡Qué dos varas vareando aceituna,
si las ramas vareasen
no dejaran en olivo ninguna!
V. ASCIENDE AL AIRE UN HERIDO
Y uno que no se aparta
ni aun oyendo los bufidos,
uno o dos metros a lo alto
de un testarazo ha ascendido,
y cinco o seis a lo largo
por el aire suspendido
ha notado mudar mundo
por no haber toro sentido.
Furibundo.
Mientras manada se marcha,
asistencias han venido
al que por sus volteretas
ha de haber quedado herido.
¡El fuego negro del toro
a ambos lados va mirando,
el fuego negro arponado
luto en calle no ha dejado!
¡El fuego rojo del toro
va prendiendo en ambos lados,
el fuego rojo arponado
luto negro no ha dejado!
Por el segundo alto tramo
de Boixaréu ya ha subido
manada que se separa,
manada que se ha escindido.
Y esparcido.
VI. CURVA DE SAN GINÉS.
LOS CORREDORES Y DOS MÁS
¡La curva de San Ginés
es sinuoso laberinto
donde cada toro toma
giros largos atrevidos!
Y en encierros populosos
dicen que en tal curva han visto
al propio San Ginés Santo,
papel en mano provisto,
bajar desde su hornacina,
correr antes de los bichos,
como corredor vistiendo,
de corredor su atavío.
¡Ay, Ginés, fuiste amanuense,
en tu efigie hay pergamino
con que capoteas toros,
Santo Ginés, Ginesillo!
Santo pillo.
Los toros ya van dejando,
la plaza de Santo Domingo,
que, cual santo castellano,
también soñara un arrimo,
Mas es un santo circunspecto,
es un santo dominico,
entregado a sus estudios
y a redactar sus escritos.
Pero bien lo está pensando,
burgalés Santo Domingo,
quizá en el próximo encierro
dejará un rato los libros.
De momento, se ha asomado
Guzmán, llamado Domingo,
hasta doble talanquera
que algunos nombran olivo.
Carpintera.
¡El fuego negro del toro
a ambos lados va mirando,
de fuego negro arponado
ambos lados va incendiando;
y dos de ellos, ya encarnados,
el fuego rojo del toro
van prendiendo en ambos lados
sus brasas, que abrasan todo!
VII. LA RECTA DE CAPITÁN ARENAS
A todo esto, la manada,
cuatro negros, dos rojizos,
calle Capitán Arenas
la vuelan en un suspiro.
Tan recto y tan rápido es
el encierro por tal sitio
que ya no hay más talanqueras
en rumbo tan llano y liso.
Sólo hay piso.
¡Carreras más numerosas
se ven en este recinto,
con toros que van en punta
abriendo en la gente pasillos!
¡Los corredores al toro
arropan como un abrigo
y luego ya de él se desnudan
sin que el toro sienta frío!
Y el más valiente de un cuerno
al toro le trae cogido,
mirad si es que no vendrá
toro y corredor unido.
Que hasta se habrán amistado
de tanto como han corrido,
tanto ya se han acercado
que el riesgo se ha reducido.
No acabado.
VIII. ENTRANDO AL COSO DE LAS CRUCES
En el trayecto final
vuelven maderos rojizos,
a proteger corredores
con su maderado nido.
Los más raudos van entrando
al albo albero y recinto,
ruedo y coso de las Cruces,
abriéndose en abanico
los mozos adelantados,
donde ya aguarda el gentío
que capotes y pastores
saquen toros del anillo
y a los corrales los metan
por los mansos bien ceñidos
o al rojo capote obedientes
que les llama en su silbido.
Encendido.
IX. HA QUEDADO UN TORO REZAGADO
Los toros más rezagados,
aunque sea otro su estilo,
si se vuelven quizá tengan
más hirientes sus cuchillos.
¡Hay un toro rezagado,
varetazos da al olivo,
por sus dos largos bastones
olivas, dentro, han caído!
Vuelve atrás, torna adelante,
varea bien el olivo
y a cada vuelta que da
caen y tornan en racimo:
olivas que caen adentro,
olivas vuelven de un brinco,
olivas que caen y brotan
al varear toro olivo.
Se alborotan.
¡Qué dos varas vareando aceituna,
las ramas bien vareasen
no dejan en el olivo ninguna!
Y con dos varas robustas
el olivo está arrancando
como maderas vetustas
que van hachas astillando.
Los dos bastones agudos
casi van desenraizando
y dejándolos desnudos
olivos que están quebrando,
con su furia los levantan
hacia el cielo de maderos,
seguro que los quebrantan
tan fuertes son sus aceros.
Hasta que buen capotazo
a ruedo le está llevando,
ha sido la capa un lazo
que el olivo está salvando.
Enraizando.
X. FINAL DE ENCIERRO Y CÁNTICOS
PARA EL DE MAÑANA
¡Ay, tú, toro, toro, toro
noche negra amaneciendo,
con tu vigor meteoro
noche y día estás uniendo!
Ya se acuestan los luceros,
ya luz del sol sigue ruta
ya los dos hachones fieros
iluminan otra gruta.
Pues el hato de los toros
al corral hincan sus pinchos,
el albero ha quedado albo,
a salvo ya de astifinos.
Para el día de mañana
en que inicie el nuevo rito
cantarán mozas y mozos
esta tonada y su ritmo.
De alborozos.
¡A la Virgen de la Antigua,
a la Virgen le pedimos
que esté a nosotros contigua!
¡A su manto nos asimos!
¡Y a San Ginés le decimos
amanuense y corredor,
despliegue sus pergaminos
durante el encierro de hoy!
Juan Pablo Mañueco
https://www.youtube.com/watch?v=HdKSZzegNN0