BOMBARDEO AÉREO DEL ALCÁZAR REAL DE GUADALAJARA EL DÍA 6 DE DICIEMBRE DE 1936 por la aviación de una de los dos Españas empeñada en sacarle el corazón a la otra. Y castigo después a Arriaca, manteniendo en ruinas su alcázar hasta hoy y condenando a la emigración a los habitantes de la provincia también hasta nuestros días
Que reyes, reyes y reyes
de Castilla están mirando
que ya vienen sombras negras
sobre los cielos volando.
Que reinas, reinas y reinas
de Castilla están su blando
perfil de rostro de asombro
hacia los cielos mirando.
Que infantes, infantes, pajes,
infantas de trajes blancos
de Castilla en este Alcázar
levantan al cielo sus brazos.
Que una mujer tan anónima
que las sombras va cruzando
con la llama de un quinqué
por la escena va llorando.
Que otra mujer desnuda
sus extremos arrastrando,
por el suelo del castillo
suelta un grito boquiblanco.
Que no se ven ya las bombas
sólo gentes abrasando,
y los muros derretidos
levantan un llanto extraño.
En medio está del poema,
en su mitad, el caballo,
relincha la boca abierta
con su vientre destripado.
“¡Ah!”, se escucha de garganta
tan abierta de un soldado,
que, aunque no sepamos dice,
a dolor nos ha sonado.
¡Mucho ruido hay en castillo,
que aviones han incendiado!
¡Mucho ruido hay en castillo
aunque el vuelo haya pasado!
¡La paloma de la paz
también cae de arriba abajo,
sobre un negro panorama
en donde el blanco hace daño!
La bombilla y las pestañas
miran el cómo y el cuándo
se está destrozando Arriaca
su recinto más sagrado.
“¡Que se cuente!”, nos lo dicen,
“¡Que se cuente!”, han ordenado,
Y estos versos así cuentan
de alcázar bombardeado.
Al toro de la guerra ojos
le crecen por todos lados;
y cuernos para embestir
cosas y seres humanos.
Una madre esta gritando.
Una madre está llorando.
Una madre lleva sangre
de niño muerto en regazo
Y por arriba flamean
llamaradas de diablo,
ardiendo y en pos aún
del alcázar castellano.
Juan Pablo Mañueco.
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