El domingo, procesión de la Virgen del Amparo

Virgen-amparoProcesión de la Virgen del AmparoEste fin de semana prosiguen los actos son organizados conjuntamente entre la Cofradía de Nuestra Señora del Amparo y la Parroquia de San Ginés de Guadalajara. La fiesta de la Virgen es este domingo 26 de octubre, con la Misa y procesión de la imagen.

 FIESTA DE LA VIRGEN DEL AMPARO

Domingo 26

11.45h
Procesión acompañada por la Agrupación Musical de la Hermandad del Stmo. Cristo del Amor y de la Paz, con el siguiente itinerario:

Paseo Dr. Fernández Iparraguirre, Virgen de la Soledad, P. Xaramillo, Virgen del Amparo y regreso al Templo.

A la salida de la Imagen del Templo se hará un lanzamiento de globos con mensajes a la Virgen.

12.30h
Santa Misa solemne y Consagración de la parroquia a la Virgen del Amparo. Seguidamente, fiesta familiar en el salón parroquial.

Lunes 27
20.00h
Santa Misa por los hermanos difuntos.

La Cofradía de Nuestra Señora la Virgen del Amparo es una de las Cofradías con mayor antigüedad de la capital. Los primeros datos sobre la constitución de la Cofradía datan del año 1.600, tal y como recoge Jesús Simón en su obra Advocaciones Marianas Alcarreñas (Legajo sobre Cofradías, Libro Cofradía de Nª Sª del Amparo de 12 de Agosto de 1.564-22 de Septiembre de 1.705, existente en la Parroquia de San Nicolás). En la actualidad está formada por 130 hermanos.

virgen-amparo1Historia breve de la cofradía del Amparo

En 1.565 se trasladó la imagen a la iglesia del convento de la Piedad sin motivo aparente. Conocido el traslado, el párroco de San Nicolás, prioste, mayordomos, síndico, contador, cofrades y clero de S. Nicolás llegaron al convento y recogieron la imagen para trasladarla en solemne procesión hasta dejarla en su ermita.

Durante dicho siglo XVI tenía gran importancia, con cerca de 100 hermanos, entre los que se encontraba algún miembro de la familia Mendoza, por la esplendidez de los cultos celebrados en su honor el Domingo siguiente a la Natividad de Nª Sª y por la abundancia y riqueza de los numerosos objetos guardados en su ermita.

Era conocida la función social realizada por los miembros de la Cofradía del Amparo. Tenían la misión de recoger los cadáveres que pudiesen encontrarse abandonados en el campo, para darles cristiana sepultura, ofrecer por ellos los sufragios pertinentes y dar cuenta a sus familiares, si el cadáver era identificado y se conocía su parentela.

Venía la cofradía rigiéndose por unas ordenanzas o estatutos tradicionales nunca aprobados por la autoridad competente, por lo que acordaron, ya iniciado el siglo XVII, su envío a la Curia Arzobispal de Toledo para su conocimiento y aprobación.

Los primeros cuarenta años del siglo XVII fueron verdaderamente fecundos. La devoción a la Virgen del Amparo creció considerablemente entre la población originando un considerable incremento y prosperidad de la cofradía. Ésta puso en circulación la famosa ‘tablilla’ que tan sustanciosas limosnas le proporcionaba. Se trataba de una xilografía de la Virgen pegada a una tabla, que el santero se encargaba de llevar por las casas de la ciudad y por los pueblos cercanos. Con los ingresos se abrió un modesto hospital donde se atendía a los transeúntes enfermos y a los hermanos cofrades que necesitaban asistencia. Las arcas de la cofradía estaban, por esos años, muy bien servidas, llegando a contar el año 1.625 con la cifra de 50.500 maravedíes.

Sin embargo, a partir de 1.644 va creciendo el descontento de los cofrades, que llegan a protestar al Cardenal-Arzobispo. El deterioro de la cofradía va en aumento hasta llegar al extremo de que, en 1,679, sólo se presentaron cuatro hermanos para la renovación de cargos. Tres años después, el número de cofrades descendió de setenta y seis a catorce.

La agonía de la Cofradía se hace crónica y así, en una vida puramente vegetativa, pasó la cofradía todo el siglo XVIII y los primeros años del XIX. En 1.830 el Cardenal Inguanzo procedió a la reorganización de la vida religiosa y eclesiástica de Guadalajara. Esto supuso el cierre de cinco de las diez parroquias existentes hasta la fecha y la supresión de no pocas cofradías, entre las que se encontró la del Amparo.

En esta nueva organización, la Ermita del Amparo pasó a formar parte de la parroquia de San Ginés, la cual se sentó en la abandonada iglesia de Santo Domingo, de mejor factura que la pobre y humilde iglesia de San Ginés, que pronto terminaría siendo derrumbada para construir con sus viejas piedras el fuerte de San Francisco. Esto supuso que los sencillos cultos que se celebraban en la Ermita del Amparo dejasen de celebrarse el año 1.833.

Pocos años después, 1.847, el párroco de San Ginés D. Manuel de la Heras tuvo unas primeras reuniones con feligreses vecinos del barrio del Amparo con el fin de volver a organizar la antigua cofradía, que vigorizase la devoción a la Virgen y se encargase de fomentar los cultos en su honor, que hacía más de quince años habían quedado suprimidos.

Al año siguiente, se enviaron a Toledo las nuevas ordenanzas de la cofradía, siendo aprobadas y bendecida la renovada asociación. Se cuenta en la exposición de motivos la gran devoción que un sector considerable de la población arriacence ha tenido siempre a la Virgen del Amparo. Se fomentaría una fiesta en su honor el día del Dulce Nombre de María, como se había venido haciendo desde hace siglos. Se trasladaría la imagen desde su ermita a la iglesia de San Ginés el Domingo anterior a la Natividad de Nª Sª. El Abad sería siempre el párroco de San Ginés y el cargo de Hermano Mayor sería vitalicio.

A partir de aquí, se inició de nuevo otro período de verdadero esplendor. En 1.848 recibiría donativos como: dos insignias de plata, un nuevo estandarte, una sobrecorona para la Virgen, un nuevo Niño con varios vestidos, una corona de plata y el globo terráqueo de plata que portaba el Niño en su mano, además de otra corona cincelada en plata para la Virgen y todo su ajuar.

A finales del siglo XIX se creó un pugilato entre los barrios del Amparo y de la Antigua y sus devotos, con altercados que a veces superaban las palabras. Estas peleas subieron de tono cuando un Alcalde que vivía en el barrio de la Antigua declaró patrona de la ciudad a la Virgen de la Antigua, lo que fue considerado por los vecinos del Amparo como una provocación, al considerar a la ‘suya’ con más méritos.

En 1.900 se reestructuró de nuevo la organización eclesiástica, de modo que la Ermita del Amparo pasó de nuevo a San Nicolás. Esto supuso que la cofradía fuera languideciendo. La guerra civil supuso la profanación de la Ermita, situada frente a la cárcel, y la destrucción de todas sus pertenencias, incluida la Imagen. Sólo se salvaron algunos mantos y el estandarte, guardado en casa de un cofrade.

Tras la guerra, sin ermita, sin imagen ni ajuar, sin medios materiales, pasó tiempo hasta que se adquirió una nueva imagen, lo más parecido posible a la anterior, colocándose en una capilla de San Ginés, por entonces filial de San Nicolás y más tarde de nuevo parroquia. Ya en 1.980 fue trasladada al Altar Mayor, donde preside la fiesta que se celebra en su honor en el último Domingo de Octubre.

El texto anterior es un extracto de la obra de Jesús Simón Pardo, ‘Advocaciones Marianas Alcarreñas’. Ya en los comienzos del siglo XVI, o tal vez en el mismo siglo XV, existía la cofradía o cabildo de la Virgen de los Desamparados que, a partir de 1.600, se conocería como Nª Sª del Amparo. La imagen se encontraba en la ermita del Amparo, dentro de la juridiscción parroquial de San Nicolás.

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