Varios grupos del folclore local acompañaron al gaitero gallego.
Carlos Núñez con el Orfeón Joaquín Turina./GUDiario.
Guadalajara vivió ayer un emocionante concierto de los de antes de la pandemia. Ante un teatro Buero Vallejo abarrotado (en Castilla-La Mancha, ya no hay restricciones de aforo para la cultura), pudimos ver al Carlos Núñez más guadalajareño. Ya sabemos del culto gaitero de Vigo que además de ser uno de los apóstoles mundiales de la gaita (y ahí están los recintos en los que ha tocado, desde el Musikvereine al Royal Albert Hall) es un sabio conocedor del folklore internacional, y especialmente del español. Por ello sus discos han hecho incursiones por todos los estilos y le gusta implicar en sus conciertos a músicos de la localidad en la que toca. Es de los artistas que se curran sus conciertos, y que no se limita con ir a un sitio, tocar y marcharse.
En conciertos anteriores en el Buero, Núñez había subido al escenario a gaiteros de Alcalá de Henares y del Centro Gallego de Madrid, pero esta vez, además de los citados, nos regaló con las colaboraciones de Laura Padrino, una chica de Driebes que cantó primorosamente una seguidilla popular que en el último disco del gaitero interpreta Rozalén; demostró que en Guadalajara también sabemos tocar instrumentos propios, como la dulzaina castellana, y en eso los Calaveras son unos maestros; el escenario se llenó con los miembros del Orfeón Joaquín Turina, que acompañaron al maestro en los coros de una canción tradicional escocesa para gaitas y lo culminaron con el himno de la Alegría de Beethoven; y en este recorrido guadalajareño no faltó tampoco nuestro baile más popular, con una vibrante Jota de Torija muy bien cantada y bailada por el grupo del Palacio de la Cotilla. Todos ellos apenas ensayaron una vez, horas antes del concierto, y lo acompañaron en la apoteosis final sobre el escenario del Buero ante un público entregado, que necesitaba digerir lo pasado en los últimos dos años. En este sentido, el concierto de genial músico gallego tuvo mucho de terapia colectiva, y su afición ya le estaba reclamando su regreso para el año que viene sin haberse ido.
Carklos Núñez sobre el escenario del Buero.La gira de este año de Carlos Núñez está encuadrada en el 25 aniversario de A Irmandade das estrelas, su primer disco, así como un homenaje a sus maestros y mentores, The Chieftains, que tienen en la actual banda de Núñez a unos de sus integrantes, John, con un recuerdo especial para su líder, Paddy Molonie, fallecido este año. Núñez tocó una tin whistle, esa flauta de bolsillo que evoca los paisaje irlandeses de Molonie. Especialmente interesante fue el Himno Medieval de los Peregrinos (estrenada para la apertura del Xacobeo) en el que la banda usa instrumentos tradicionales medievales, y que se representan en el Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago. O el exótico Ba Ba O Riley, que tocó en un cumpleaños de Roger Daltrey, de los Who. Por último, rescató las raíces celtas del último Beethoven, que Núñez presentó ante 80.000 personas en el Estadio Nacional de Francia, y que viene a demostrar que los estilos musicales están más conectados de lo que parece, como bien sabemos por las última colaboración con C. Tangana en las que fusiona el rap con la muñeira.
Además de todo esto, Núñez es el alma de la gaita gallega, que popularizó en todo el mundo, y que hace sonar como pocos, sin olvidarnos su maestría con la flauta. Ayer hizo felices a más de un millar de personas en Guadalajara