Por Juan Pablo Mañueco.
Cauce humano del grano de la vida
que das a luz los mundos y planetas,
y con cantos de amor luego sujetas
a tu regazo boca ya existida.
El ramo de mi cuerpo parapetas
desde el día de espiga conducida
por ti al mundo entrañable en que, sentida
tu pasión, fue mi tierra pan sin grietas.
Te devuelvo este ramo, hoy, entre rosas
de versos que te alaban, como pura
delicia germinada en misteriosas
horas y fechas mías… Tú procura
vivir cuanto el rocío en luminosas
caricias me traslade tu hermosura.
Y resuene en tu oído mi escritura.