18 de enero de 2020, hablaba con mi amigo de China sobre la situación de la pandemia; le replicaba entre risas, inocente de mí: ¡Virus inofensivo nos vendían en España! Mientras tanto, mi colega ya estaba confinado en su piso y mantenían una secuencia semanal con el resto de sus vecinos del bloque para ir a comprar y hacer servicios comunitarios : seriedad y control.

Alarmas activadas a mediados de marzo de 2020 en España: El confinamiento más estricto de todo el mundo logra frenar la primera ola de la pandemia. El resto de la serie ya os la sabéis, cada uno con su síntesis.

18 de enero de 2021 y esto nos vienen a contar: Tensión hospitalaria, nivel tres reforzado, confinamiento perimetral de toda la región, reuniones de máximo seis personas, cierre de gimnasios, bibliotecas y actividades culturales, de toda la hostelería, que por favor cumplamos todas las medidas y restricciones, que limitemos los encuentros sociales... ¡Que caras duras!

Me siento sancionado cuando no lo merezco, y mientras no sancionen a los que de verdad incumplen, merecen toda mi repulsa. Ya casi un año y puedo afirmar con compromiso y diligencia, que los que gobiernan son más dañinos que el virus.
No me quiero despedir sin darles las gracias a todos los irresponsables que han hecho que esto fuese posible mientras disfrutaban con la tibieza de las recomendaciones en el verano soleado y el invierno festivo de polvorones y palas.

Rodrigo Rey Viejo.