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“Autoconsumo y/es libertad”

El Gobierno en su contrarreforma energética ha centrado su actuación única y exclusivamente en poner coto al déficit de tarifa, aprobando un rosario de normativas, cuyo resultado es claramente negativo. ¿Y por qué digo que el resultado de la política energética es negativo?

En primer lugar, porque si lo que se pretendía era abordar el déficit de tarifa desde sus causas, desde los motivos por los que éste se origina, evidentemente no se ha logrado. Los motivos más importantes por los que el déficit de tarifa surge siguen estando ahí, y continúan sin corregirse. Por eso, el déficit de tarifa sigue creciendo en 2014 a mayor ritmo que lo hizo en 2013.

En segundo lugar, porque tres cuartos de lo mismo cabe decir de los mercados. Las mismas sospechas de colusión, de comportamiento oligárquico, de precios sospechosamente altos siguen pesando sobre nuestros mercados energéticos que antes de la reforma. Es más, en este momento la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia está investigando la fuerte subida de la luz en el mes de septiembre.

Y, en tercer lugar, porque carecemos de objetivos de política económica, de una visión a medio y largo plazo, de un proyecto energético de país.

Así, sin rumbo, sin establecer previamente a dónde se quiere ir, sin enviar al mercado unas señales claras desde un marco institucional fiable, sin resolver ni uno sólo de los problemas que se tienen, e incluso en determinados casos además agravándolos, es muy difícil que se haga nada bien.

Estamos hipotecados por un diagnóstico incorrecto realizado por un Gobierno incompetente. Un diagnóstico que ha demonizado a quien no debía, las energías renovables y el ahorro y la eficiencia energética, cargando la penitencia del déficit de tarifa sobre sus espaldas, simplemente para preservar el interés y la cuenta de resultados de cinco grandes eléctricas, las únicas beneficiarias directas de las políticas de este Gobierno.

El Gobierno, en vez de poner coto a las sobre-remuneraciones que disfrutan las grandes eléctricas para acabar con el déficit de tarifa, ha puesto el acento en las renovables, en el ahorro y en la eficiencia energética.

No podemos continuar edificando el futuro energético y competitivo de nuestro país sobre el tejado del déficit de tarifa. Necesitamos cimientos, cimientos sólidos en los que basar una política energética creíble, solvente y de futuro que se adapte a nuestras necesidades y nos sirva de guía.

Los objetivos están claros, están muy presentes en la mente de todos: abastecimiento energético a un precio asequible, seguridad en el aprovisionamiento, reducción del impacto medioambiental de las políticas energéticas, fomento del desarrollo industrial y del empleo. Esos son los objetivos, ese es el camino. Tracemos pues la senda para alcanzarlo y sigámosla con determinación.

¿Y cómo podemos conseguirlo? ¿Cómo podemos conseguir abaratar precios, aumentar la seguridad del abastecimiento y reducir la dependencia energética, minorar el impacto medioambiental y crear tejido productivo, empleo, crecimiento, en definitiva, futuro?

Otros países con menos dependencia energética, con menos problemas de abastecimiento, con menos viento y con menos sol ya tienen la respuesta y ya están adoptando las medidas adecuadas.

Nosotros no. Nosotros, que tenemos sol y viento en abundancia, estamos recorriendo el camino contrario, circulamos peligrosamente en dirección contraria por la autovía del progreso aferrados a un modelo cortoplacista y obsoleto que solo satisface a quienes siguen entendiendo la economía como el corralito particular de unos cuantos.

Ahorro y eficiencia energética y energías renovables son las respuestas
Por primera vez en la historia, disfrutamos de una ventaja comparativa al disponer del recurso eólico y solar con una intensidad doble de radiación a Centroeuropa. Además disponemos de tecnología propia. Nunca las condiciones habían sido mejores.

¿Y qué es lo que hacemos? Tirar piedras a nuestro propio tejado. Así, vamos mal, muy mal. España necesita crecer, y para crecer, más allá del ladrillo y del negocio bancario, hay otros sectores, menos coyunturales, menos dudosos, más generadores de empleo de calidad.
Apostemos por esos otros sectores, por el ahorro y la eficiencia energética, por las fuentes limpias. Actualmente, se está produciendo un proceso que afecta muy directamente a nuestra forma de entender la producción y el consumo de energía. Para ello hacen falta auténticas reformas estructurales en el ámbito de la energía, aprovechando el cambio tecnológico, las oportunidades de país, los nuevos modelos de negocio.

En el caso de las energías renovables, el interés del país se manifiesta con especial intensidad en el caso de la promoción de la tecnología de autoconsumo. Una tecnología que, en los últimos años, ha evolucionado considerablemente gracias a la reducción de costes y a las sucesivas innovaciones que ha experimentado en la cadena de valor.

Estos avances han permitido que la tecnología de autoconsumo de energía alcance un precio competitivo, convirtiéndose en una opción muy apropiada para los ciudadanos, comercios, autónomos y, en general, para las pequeñas y medianas empresas.

Una opción que no solo tiene la capacidad potencial de producir energía limpia para nuestro país. Además, nos ofrece la posibilidad de generar riqueza y desarrollo tecnológico y, por lo tanto, empleo de calidad.
A pesar de las innumerables ventajas con las que cuenta el desarrollo del autoconsumo y la energía distribuida y, tal y como ocurre con las energías renovables en general, el Gobierno, lejos de mostrar su apoyo, pone en las ruedas de su progreso todos los palos que puede y más.

Como consecuencia de ello, dificulta el desarrollo del autoconsumo legislando para que hogares y empresas no vean rentabilidad alguna en autoabastecerse de energía estableciendo un peaje que disipa cualquier ventaja económica para los futuros “prosumidores”. Un peaje de respaldo o “impuesto al sol” que supone un atentado a la libertad económica de los ciudadanos, al gravar la energía que un ciudadano o una pyme genera en su propio domicilio o negocio con tecnologías renovables para su propio consumo. Esto es un disparate, es equivalente a si gravásemos el calor proveniente de una chimenea que tengamos en casa.

Sin entrar en la justificación o no del establecimiento de este tipo de peaje, aunque no se aplica en ningún país del mundo, lo que sí es cierto y basta para desaconsejar su establecimiento, es que, aparte de dificultar el desarrollo de las energías renovables, no tiene en cuenta los beneficios sociales asociados a la producción distribuida y al autoconsumo. Y eso, es un error de cálculo francamente muy grave y costoso en términos económicos y sociales.

Seré más concreto. Por ejemplo, el Gobierno a la hora de valorar la oportunidad o no de establecer este peaje, no está teniendo en cuenta la gran ventaja que, desde el punto de vista del ahorro de pérdidas de energía en la red, tiene este sistema. En este caso, una vez más, el Gobierno legisla en contra de un sistema más eficiente en su conjunto.

Tampoco parece que valore en mucho otros beneficios sociales que se derivan del autoconsumo como la reducción de las inversiones netas en el sistema por las menores congestiones en la red, la menor necesidad de capacidad instalada en generación, la menor dependencia energética, así como el menor impacto medioambiental de las actividades eléctricas.

Esta falta de reconocimiento de los beneficios sociales del autoconsumo, tal y como subrayó en su día la extinta Comisión Nacional de la Energía, va en contra de la normativa europea.

Considero sinceramente que esta cuestión está más allá de la política con minúsculas, electoralista y coyuntural, a la que tanto afán dedica el Gobierno del señor Rajoy, día tras día. Quizás convenga recordar que no se está pidiendo una quimera, ya que, esta regulación existe desde hace quince años en más de cuarenta Estados de EEUU y en países europeos como Bélgica o Dinamarca.

Estimo que las muchas ventajas aquí detalladamente expuestas justifican una rectificación del Gobierno y la apertura de un diálogo constructivo entre todos que permita la culminación de un plan que haga del autoconsumo, en particular, y de las fuentes renovables, en general, uno de los vértices sobre los que se construya una recuperación sólida y duradera para nuestra economía, que nos permita crear empleo de calidad. Esto está en línea con la declaración en favor del desarrollo del autoconsumo que recientemente han firmado más de doscientas organizaciones en el manifiesto: “Autoconsumo y/es libertad”.

Jesús Alique
Portavoz socialista en la Comisión de Industria, Energía y Turismo y senador por Guadalajara

 

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