Durante el mes de julio está previsto que se produzcan más de 38 millones de desplazamientos de largo recorrido por carretera. Pues bien, coincidiendo con la primera operación salida de vacaciones de verano, el precio de la gasolina ha marcado un nuevo máximo -no solo en lo que va de año que es un 3.4% más cara, sino desde septiembre del año pasado-, mientras que el gasóleo se ha situado en el nivel más alto desde la primera semana de enero de 2014.
Estos precios no solo son muy elevados en términos de evolución, también lo son en términos comparativos. Es este sentido, es importante destacar que el precio antes de impuestos de los carburantes (gasolina y gasóleo) en España es superior a los de la media europea. Y, algo muy importante, estas subidas se han producido en un contexto muy determinado que viene a desmentir la tesis de quienes las atribuyen exclusivamente a problemas en países como Irak. En concreto, este último incremento de precios se han producido cuando el barril de crudo Brent de referencia en Europa ha bajado 5 dólares hasta situarse en los 110 dólares.
El encarecimiento del precio de los carburantes en España se localiza en la mitad del precio que no incluye impuestos. Este segmento comprende el coste de los carburantes en el mercado internacional y el margen empresarial. Si la cotización internacional ha bajado ¿qué es lo que se ha incrementado en estas fechas? Ante esta situación ¿quién puede seguir defendiendo que las recientes subidas del precio de los combustibles tiene su origen en el conflicto de Irak? Obviamente, nadie.
En España todos somos conscientes de lo que pasa. Los precios antes de impuestos de la gasolina y el gasóleo, incluidos los márgenes empresariales, están por encima de la media de la Unión Europea, pero al añadir los impuestos el precio final de venta es inferior por la menor fiscalidad. Por tanto, el problema son los excesivos márgenes empresariales que, lejos de disminuir, han aumentado en estos dos últimos años. Esto ocurre por la posición dominante de los tres grandes operadores: Repsol, Cepsa y BP, que copan casi el 75% del mercado. Un porcentaje excesivamente alto, si tenemos en cuenta que en otros países como Italia, los tres grandes operadores tienen menos del 50% del mercado.
Todos somos conscientes de lo que ocurre, pero eso no es suficiente. Debemos hacer algo para que deje de pasar. Esa ha sido la voluntad del PSOE desde que la extinguida Comisión Nacional de la Competencia (CNC), en el año 2012, informó y pidió al Gobierno que adoptara medidas para evitar los excesivos márgenes empresariales y la falta de competencia en el sector. Sin embargo, como ha sido norma en esta Legislatura, el Partido Popular se opuso a la constitución de una Ponencia de Estudio en el Senado y a la toma en consideración del una Proposición del Ley en el Congreso que, una y otra propuesta del PSOE, pretendían aportar un conjunto de soluciones que viniesen a poner coto a las injustificables subidas del precio de los carburantes.
El Gobierno, para salir del paso del informe de la CNC, aprobó un conjunto de medidas en febrero de 2013 que no han puesto final a esta situación. Muy al contrario, estas medidas han sido insuficientes, cuando no contraproducentes, para resolver el problema de los elevados precios de los carburantes antes de impuestos, tal como ponen de manifiesto los altos precios de los carburantes y señala en sus informes la recién creada Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC).
En este sentido, es especialmente significativo el informe de la CNMC correspondiente al mes de enero de 2014, al señalar que el margen bruto de las petroleras (el precio antes de impuestos menos la cotización interanual de referencia) superó al de enero de 2013 en un 25% en el caso de la gasolina y en un 11% en el caso del gasóleo. Un incremento nada coherente, sobre todo si se tiene en cuenta que, desde septiembre de 2013 los precios internaciones del petróleo bajaron considerablemente y a partir de entonces se mantuvieron estables.
El PSOE en el Senado, a pesar de la falta de diálogo del Gobierno, ha presentado recientemente una moción, que se suma a las iniciativas parlamentarias anteriormente señaladas, con la finalidad de resolver un problema que daña muy directamente la competitividad de nuestras empresas, especialmente de las pymes y los autónomos, y el maltrecho bolsillo de nuestros consumidores, que se encuentran asfixiados por las políticas económicas y sociales de este Gobierno. Sin embargo, lamentablemente, el Partido Popular, utilizando su mayoría absoluta, ha rechazado las medidas contempladas en esa moción que tenían como finalidad erradicar las prácticas anticompetitivas que actualmente existen en el sector de los hidrocarburos líquidos para introducir competencia efectiva que es la única garantía de moderación real de los precios.
No parece de recibo que unos pocos, muy pocos, estén haciendo caja a costa de millones de consumidores y de empresas, especialmente pymes y autónomos, máxime en un momento como el que está atravesando nuestra economía. Es este contexto es claramente injustificable e incomprensible -no ya solo el precio al que se venden gasolinas y gasóleos- sino, sobre todo, los excesivos y crecientes márgenes que los operadores aplican en España a estos productos.
Todos sabemos lo que pasa, pero el Gobierno parece que prefiere estar del lado de las petroleras. El problema está, como he apuntado anteriormente, en la posición dominante de las tres grandes operadoras que, no solo salió limitada por las medidas que aprobó el Ejecutivo el año pasado sino que, como señala la CNMC, ha salido reforzada. Es, simplemente, vergonzoso e inaceptable que ocurra esto mientras el oligopolio petrolero, de forma impúdica y desvergonzada, anuncia incrementos en su cuenta de resultados.
Jesús Alique
Senador por Guadalajara
Portavoz socialista Comisión Industria,
Energía y Turismo
