Sergio Ramírez, de ex-sandinista a Cervantista

 

 

El flamante Premio Cervantes, Sergio Ramírez, máximo galardón de las letras hispánicas, ha centrado su discurso de reconocimiento en dos de las plumas más importantes de la literatura universal: Rubén Darío, nicaragüense como él, y Miguel Cervantes, el inventor de la novela moderna más universal.

Su discurso ha sido una condena radical de los acontecimientos terribles que están sucediendo en sus país, Nicaragua, tiranizada por Daniel Ortega y sus sandinistas. Nadie mejor que Cervantes y Darío para defender la libertad, contra los totalitarismos ideológicos y políticos que aún persistente, así como la defensa de los valores morales y religiosos que conforman la esencia real de la Hispanidad. Algo que siguen atacando los corifeos de la más atroz, mentirosa y envenenada leyenda negra, que tanto éxito tiene entre cierto políticos e ideólogos no solo separatistas, aun cuando sólidos estudios han demostrado su falsedad y ridiculez.

Rubén Darío era un gran admirador de Miguel de Cervantes, a quien señalaba como uno de sus escritores proferidos junto con Santa Teresa, Lope y Quevedo (…) a quien describe como genio y manco. En su poemario más auténtico Cantos de Vida y Esperanza, sustituye la riqueza decorativa y musicalidad de Prosas Profanas, por una entusiasta admiración de la América ingenua que tiene sangre indígena que aún reza a Jesucristo y habla español, y como se encuentra en el poema Letanía de nuestro señor Don Quijote, síntesis perfecta de la valores formales y espirituales de la Obra de Rubén: religiosidad, filosofía existencial, valores políticos y sociales.

En la Letanía denuncia los males de la España e Hispanoamérica de su tiempo, casi idénticos a los de estos tiempo aciagos, como se puede verificar en estos memorables versos: Caballero errante de los Caballeros/ varón de varones/ príncipe de fieros/ par entre los pares/ maestro ¡salud!/ salud porque juzgo que hoy muy poca tenéis/entre los aplausos o entre los desdenes/ y entre las coranas y los parabienes/ y las tonterías de la multitud/ ruega generoso, piadoso, orgulloso/ ruega casto, puro, celeste, animoso/ por nos intercede, suplica por nos/pues casi ya estamos sin savia, sin brote/ sin alma, sin vida, sin luz, sin oriente/ sin pies y sin alas, sin sancho, sin Dios/de tanta tristezas, de dolores tantos/ de los superhombres de Nietzsche, de cantos/ áfonos, recetas que firma un doctor/ de las epidemias, de horribles blasfemias/ de las academias/ líbranos.

Fidel García Martínez

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