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Sí, a la Santa Misa por TVE

La propuesta del político preferido por algunos clérigos y algún que otro miembro de la jerarquía eclesial, Pablo Iglesias, es un claro brindis al sol del sectarismo y la demagogia. La fiebre iconoclasta de cierta izquierda populista solamente contra los sentimientos y prácticas de los católicos es un tic bolchevique de los años posteriores a la Revolución de Octubre de 1917, de los que se cumplen un siglo.

Años de hierro y fuego en los que la persecución religiosa comunista en todo el bloque soviético alcanzó su momento culminante con el intento de asesinato en 13 de Mayo (1981) del papa de Fátima por excelencia San Juan Pablo II, programado por los servicios secretos de la KGB y que Nuestra Señora, con su mano maternal evitó. No se han enterado estos discípulos de Stalin, que en la Rusia actual la religión es respetada y estimulada por el Estado. Rusia, según prometió nuestra señora de Fátima, se convertiría después de extender por el mundo el ateísmo y el odio a la religión, a su gran tradición religiosa ortodoxa.

En 1988 se produjo en el Partido Comunista Ruso un cambio sustancial en materia de libertad religiosa. Como reconocía una personalidad comunista: “el partido comunista ha caído en su propia trampa de poner prohibiciones y limitaciones a la Iglesia. Hemos creado un abismo entre los sacerdotes y los creyentes, pero no por eso los fieles han comenzado a fiarse de las autoridades y el Partido y el Estado siguen perdiendo el control de los creyentes”. Como afirmaba el camarada Kharchev: “Habíamos cultivado la ilusión que a la iglesia van sólo las viejecitas pero asomaos y mirad la Iglesia está llena de gente de nuestra edad que trabaja y también hay muchos jóvenes”.

Pablo Iglesias y algunos de sus corifeos no se han enterado de que en Rusia se respetan más las creencias religiosas que en España. Aquí, por lo que se ve y se oye todo vale para blasfemar y zaherir a los católicos. A algunos les producen furor demoníaco las cruces, las campanas, hasta el Santo Sacrificio de la Misa. En las campañas electorales de Rusia se respeta mucho más los sentimientos religiosos que en España. En 1997 en Moscú se consagró la mayor catedral ortodoxa del mundo de Cristo Salvador, que Stalin mandó dinamitar y desde los tiempos de Yeltsin es el símbolo del renacimiento espiritual y nacional de Rusia.

Fidel García Martínez

Licenciado Ciencias Eclesiásticas Doctor Filología Románica

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