Ya he contado alguna vez mi debilidad por los pueblos rayanos, siempre esconden alguna sorpresa. Las fronteras artificiales que ha ido trazando el hombre a su capricho, casi siempre tienen un río, un valle o una montaña que les sirven de excusa y las dotan de sentido. Ahí reside su interés. La semana pasada estuvimos en la raya que separa las provincias de Guadalajara y Cuenca, hoy nos iremos a la frontera con Madrid. Por Pedro AGUILAR SERRANO