Del Pelagallinas al Bornova con parada en Santa Coloma

ImageSanta Coloma de Albendiego.
Tiene un nombre popular y simpático a más no poder: Pelagallinas. No sé si provendrá de que ese era el lugar donde las mujeres de su entorno desplumaban allí a las aves de corral antes de enviarlas al puchero, o si, tal vez, la toponimia pudiera venir porque sus aguas, tan límpidas como frías, bastaban por sí solas para atontar a las gallinas antes de recibir el mortal tajo. Es el Pelagallinas un arroyo que nace al norte de Guadalajara, en las cercanías de los Condemios, y que debido a su riqueza piscícola ha sido declarado Reserva Fluvial por la Junta de Comunidades. Un lugar cargado de encantos para el excursionista y el amante de la naturaleza.  El Pelagallinas es tributario del Bornova, que en su primer trayecto pasa por Albendiego, un pueblo que alberga posiblemente a la mejor iglesia románica de la provincia.  
 
ImagePor los bosques de los Condemios. 


El camino hacia la sierra Norte de la provincia, allá en las estribaciones de la sierra de Pela, se hace fácil por la carretera regional CM-1006  que pasa por Cogolludo y nos deja en Galve de Sorbe.  En Galve de Sorbe, a la vista de su sobrio castillo abandonado -al que le han salido como competidores un grupo de molinos de viento  para generar energía- tomamos la GU-213 en dirección a los Condemios.

La carretera es llana y no despeja la duda que me he encontrado en otros lugares comunes. ¿Por qué a un pueblo le llaman de «Arriba» y al otro de «Abajo» si  están situados casi en el mismo plano? Misterios de la toponimia.

ImageRosetón de Santa Coloma. 

El de Arriba es el Condemio más próspero. Siempre se ha beneficiado de unos generosos bosques comunales, que los vecinos no se han dejado arrebatar.  Su aspecto es limpio, cuidado, las casas están casi todas remozadas (lástima esos balcones anchos de ciudad que no concuerdan con la arquitectura de la sierra)  y muchas de ellas lucen esas fachadas de piedra rojiza,  que da la tierra de Atienza, rica en hierro. Al final de la calle Mayor, subiendo una cuesta, se encarama su iglesia, de traza sencilla, que data del siglo XVI, y cuenta con retablos y tallas de esa época.

Salimos del pueblo en dirección a Atienza y no habremos recogido más de un kilómetro cuando giramos a la derecha para coger la carretera (GU-147) que comunica con Aldeanueva de Atienza, El Ordial y Arroyo de Fraguas. Su trazado sinuosos nos lleva por un pinar tupido y profundo, permanentemente sombreado. Si estamos en temporada de setas, se nota por los vehículos aparcados al borde de la carretera.

ImageEl Pelagallinas apenas es un hilo de agua en su nacimiento. 

Paramos el coche en un amplio claro del bosque, en el sitio donde la carretera cruza con el Pelagallinas. Hay un refugio de pesca y una zona con bancos y barbacoas, clausuradas en temporada estival.  Su entorno es del todo punto recomendable para quienes van en busca de lugares con encantos. Pinos autóctonos, alargados, que apuntan al cielo y un suelo de pradera natural que el Pelagallinas va escarbando en su marcha hacia el Bornova. Es hora de salir del coche y de caminar un poco. Lo hacemos por una pista de tierra que sale a la izquierda del refugio de pesca y que nos llevará hasta un segundo refugio, situado a unos dos kilómetros siguiendo el lecho del Pelagallinas. El camino, por un valle estrecho, es placentero y se agradece el sol que se filtra por las copas de los árboles. La vegetación es tan espesa que cuesta ver el refugio de pescadores, plantado en un lugar bucólico cerca de un claro en el bosque. Para los que quieran seguir andando, pueden continuar por la pista que rodea el Cabezo de Encimero, de 1499 metros.

ImageEl espectacular ábside de Santa Coloma, uno de los mejores ejemplos del románico rural castellano. 

Volvemos a la explanada donde hemos dejado el coche, junto  al primer refugio, y opto por dejar el curso del Pelagallinas, que pronto se perderá por escarpados barrancos en dirección a Prádena de Atienza para luego confluir con el Bornova en un lugar denominado Las Juntas de los Ríos. Quiero acercarme hasta Albendiego, después de pasar por Condemios de Abajo, pueblo aquél regado por un Bornova recién nacido y que no tiene un aspecto más caudaloso que el del Pelagallinas. Como muchos saben, una turbia historia de templarios, caballeros de la Orden de Malta y monjes agustinos, legaron a Albendiego una de las mejores iglesias románicas  de la provincia. Tiene por nombre Santa Coloma y se halla junto al río Bornova, a un kilómetro del pueblo, rodeada de árboles y en medio de un prado. La sencilla espadaña y el atrio de la puerta principal no avisa del inmenso tesoro que se descubre en el ábside posterior, formado por tres ventanales abocinados, con caladas celosías de aires mudéjares y orientales.

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Lamentablemente, de la ventana de la izquierda faltan desde hace tiempo tres de sus cuatro rosetoncillos. Hora es llegada de que alguna institución afronte su restauración porque iglesias como ésta, hay pocas no en Guadalajara sino en España. Decía Gaya Nuño que hacía falta recorrer muchos caminos por Europa para encontrar un ejemplar de arte románico tan evocador como el de Santa Coloma. Es cierto.

Un paseo entre refugios
pelaga5Refugios de pesca

El primero de estos refugios de pesca se encuentra al borde de la carretera entre Condemios y Aldeanueva, en el punto en que aquella cruza el arroyo Pelagallinas. En torno al primer refugio hay una zona de mesas y barbacoa, que suele estar frecuentada por excursionistas. Para los que busquen lugares más solitarios, pueden seguir la pista indicada en nuestro mapa (2 kilómetros), que les llevará hasta el segundo refugio (foto inferior), enclavado en un lugar bucólico en la zona conocida como Majadillas. Merece la pena.

ITINERARIO: Desde Guadalajara hay unos 250 kilómetros ida y vuelta. La opción más corta es vía Cogolludo y Galve de Sorbe, aunque también se puede llegar desde Atienza.
 

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