La procesión conocida popularmente por "Los armaos", que sale en la noche del Viernes Santo con la imagen del Santo Entierrio, guarda las esencias de la Semana Santa seguntina.
Al llegar estas fechas, un grupo de cofrades pone todo su empeño en volver a celebrar la Semana Santa como lo vienen haciendo desde el siglo XVI. Allá por 1536 los cofrades de la Santa Vera Cruz de Sigüenza recibieron los privilegios papales del oraculo vivae vocis por el que, si cumplían con los mandatos de la Iglesia, gozaban de las mismas prerrogativas que los que celebraran la Semana Santa en Roma. Unos años después, en 1549 se organizaron como tal cofradía, redactando sus estatutos y celebrando sus procesiones el Domingo de Ramos y el Jueves Santo. A finales de aquel siglo ya portaban pasos con imágenes de Cristo y de la Virgen.
En 1636 se fundaba otra cofradía, la del Santo Sepulcro, para celebrar el Viernes Santo el entierro de Cristo, con un descendimiento que se hacía en la propia catedral y la procesión que, 375 años más tarde, se mantiene con igual recorrido.
Cofrades de vela y de sangre
Hubo que esperar a 1935 para que ambas cofradías, cuyos hermanos y abades eran prácticamente los mismos, se unieran. Surge así la Cofradía de la Vera Cruz y Santo Sepulcro.
Los primitivos hermanos se dividían en dos categorías: de vela, luz o acompañamiento y los de sangre. Estos últimos se azotaban las espaldas durante la procesión. Cuando comenzaron a portar imágenes grandes, los pasos, un grupo de hermanos llevaban los de Cristo, mientras que los sacerdotes trasladaban los de la Virgen.
En el siglo XVIII, cuando se prohibieron los flagelantes en las procesiones y por causas que no muestran los documentos conservados, un grupo de cofrades “de carga” comenzó a vestirse de una forma peculiar. Su atuendo estaba compuesto por camisa blanca, un calzón y una chaquetilla de pana negra, medias y zapatos de igual color. Sobre el traje “de dentro” colocaron un cuero o coleto, unas mallas o corazas compuestas de peto y espaldar, sobre la que ceñían una vistosa faja de color rojo. La cabeza iba guarnecida con un caso y sostenían, además, una pequeña lanza o alabarda. En definitiva, un traje de rasgos militares. Por esta vestimenta tan peculiar, a este grupo de cofrades que portaban a sus hombres los pasos comenzó a llamárseles armados, vulgarmente conocidos en Sigüenza como "armaos". Por extensión, el modo singular de llevar los pasos, rascando el suelo, se conoce como paso de armao.
La cofradía en la actualidad
En la actualidad mantienen el mismo espíritu y ánimo que sus antepasados. Una tradición que pasa de padres a hijos o entre hermanos y amigos. El medio centenar de armaos realizan un notable esfuerzo todos los días de la Semana Santa, ya que cargan sobre sus hombros las imágenes entre el Domingo de Ramos y el Domingo de Pascua. Su día grande es el Viernes Santo, al concentrarse en este día señalado las procesiones seculares: la matinal de la Vera Cruz y la vespertina del Santo Sepulcro. La primera parte de tres iglesias para reunirse en una plaza y continuar hasta el final de La Alameda, donde se encuentra la actual ermita. La nocturna sigue dando una vuelta por el interior de la catedral –experiencia que nadie debería perderse– para descender hasta la antigua ermita de San Lázaro, extramuros de la ciudad.
El Domingo de Pascua todo es alegría. De buena mañana, tras la misa, realizan en la catedral el encuentro de Cristo Resucitado con la Virgen de la Alegría. La procesión, que recibe el nombre de La Torrendera está acompañada con música tradicional y cohetes. Desciende, por el mismo camino que a comienzos del siglo XVII, desde la catedral hasta la iglesia de los Huertos, emplazada en La Alameda.
Ritos religiosos seculares que realzan la belleza de las piedras medievales de Sigüenza. Sin olvidar la gastronomía de estos días, en la que destacan las torrijas –rebanadas dulces de pan con leche, vino o miel– y la limonada –bebida hecha con vino, azúcar, fruta y canela–.
La procesión será televisada por la televisión autonómica.
