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Muere Pedro Sopeña, pionero de las ganaderías de bravo de Guadalajara

Pedro-SopeñaHoy ha fallecido en Guadalajara Pedro Sopeña del Castillo, uno de los pioneros de las ganaderías de toros bravo en Guadalajara.

Obituario: Pedro Sopeña, un ganadero imprescindible en la tauromaquia alcarreña

 La familia Sopeña y el toro bravo han sido sinónimos en Guadalajara. Pedro Sopeña del Castillo nació en familia de ganaderos, ya que su padre Antonio Sopeña Zurita también lo era. Y de casta le viene al galgo, dice el refrán español.

sopema-samdra-sopenaPedro Sopeña y Sandra Sopeña, en una entrevista para Toro Alcarria.Pedro Sopeña tenía dos fincas en la provincia.Una en Taracena (Valdenebro) y otra en Málaga del Fresno ( El Soto). Y allí recriaba y criaba sus toros, llegó a tener hierro propio, que luego eran lidiados en corridas, festejos taurinos y encierros por toda la provincia y el centro de España. 

El nombre de Sopeña está ligado al encierro por el campo de Brihuega, probablemente el más importante, multitudinario y organizado de los que se celebran en España. Los primeros toros de Sopeña se empezaron a correr en Brihuega diez años antes de que se construyera el coso de La Muralla, y tras un paréntesis en donde se llevaron toros de Arauz de Robles, desde 1967, salvo en un año, siempre contrataron los toros de su ganadería. Don Pedro tenía fama de saber encerrar con los caballos los toros mejor que nadie tras haberlos corrido por el campo, algo fundamental en un encierro como el de Birhuega, porque sus toros luego son lidiados en la plaza. Así, recuerda orgullloso como algún año logró encerrar a los cuatro toros cuando ya era un logro meter a uno o dos. El que más guerra le dio, según cuenta en una entrevista con Toro Alcarria, uno que después de entrar a la plaza saltó la barrera y consiguió escaparse al campo.Estuvo veinte días huído y le acabaron poniendo el mote de "El Lute". El de 2015 fue el último encierro de Brihuega que hicieron los Sopeña.

La dinastía Sopeña en la cría del ganado bravo está asegurada, ya que su hija Sandra Sopeña López lleva desde hace tiempo las riendas de la ganadería, siguiendo así una tradición que comenzó con su abuelo Antonio y lo continúo y mejoró su padre, Pedro, esta noche fallecido en Guadalajara.

Sopeña recibió un homenaje del mundo del toro en 2013

Fernando Toquero del Vado, gran fotógrafo taurino y colaborador de Guadalajara Diario, fue el encargado de redactar el texto humenaje a Pedro Sopeña en la Gala de Toro Mundial de 2013. Decía así:

"Cumplo con sumo gusto el deseo de mi amiga Sandra Sopeña de intervenir en este merecidísimo homenaje a su padre, y también vaya por delante, mi agradecimiento a la organización de este evento, por hacerme un pequeño hueco en la apretada escaleta de este acto y poder dedicar unas breves palabras a la figura de D. Pedro Sopeña Zurita.

Pedro, padre, tío, hermano, D. Pedro, Pedro Sopeña, y para los papeles importantes, D. Santos Pedro Sopeña Zurita.

Para cualquiera de los asistentes a este acto, huelga decir que Pedro Sopeña es el ganadero que más años y experiencia atesora en la cría de ganado bravo en la provincia, y me atrevería a decir que, se pueden contar con los dedos de una mano, los que a nivel nacional y en activo, pueden presumir de su larguísima trayectoria en la difícil, y a la vez envidiable, tarea de criar ganado de lidia.

A Pedro Sopeña le salieron los dientes encima del caballo cuando en compañía de su padre y su hermano pastoreaba al ganado bravo. Sabe de aquellos románticos años en los que el toro se corría por el campo sin más humo que el de algún puro, ni más ruido que el de los gritos de los mozos. Años de encierros a base de pierna y alpargata. Años en que los tratos de ganado se hacían de palabra y se firmaban con un apretón de manos, que, para la gente de bien, vale mucho más que cualquier papel.

Los aficionados guadalajareños que ya peinan canas, o los que no podemos peinarlas, en materia de toros en el campo, en las calles o en la plaza, siempre hemos asociado este tipo de festejos en nuestra provincia al apellido Sopeña, y detrás de este, siempre hemos visto a un hombre como suele decirse “bien plantaó”, con los surcos del viento y el sol en la cara y unas manos encallecidas por la rienda y la garrocha. Un hombre de trato afable, sincero y cercano, sin componendas, de frente. Un ganadero que con un gran equipo humano, una cuidada cuadra de caballos y sus magníficas paradas de bueyes nos ha deleitado con encierros magistrales a todo lo largo y ancho de la geografía provincial. Con bueyes como Campanero, Caminante, Arriero o Escapulario, y a lomos de un castaño cruzado de nombre “Espartero”, recorrió miles de kilómetros repartiendo emoción, bravura, casta y señorío en aquella Guadalajara en la que los dos camiones más famosos eran el de la gaseosa “La Horchana” y el de “Ganados Sopeña”.

Pedro a sus 80 años, y a pesar de que ha pasado las riendas de la ganadería a su hija Sandra, aún sigue levantándose temprano todos los días para ir al campo, y todavía, en alguna ocasión apareja el caballo y se va a apartar unas vacas o unos lotes de cubrición. Y desde vigilar la comida de las reses hasta repasar el estado de los cencerros de los bueyes siempre encuentra algo que hacer en el campo. No se pierde un tentadero. No entiende de vacaciones ni de retiro, ni de la vida alejada del campo y el toro. Conserva ese ojo experto a la hora de mirar el ganado, ese ojo que le permite adelantarse a los improvisados movimientos o comportamientos de una res en un enlote o un apartado. O el difícil arte de vislumbrar el futuro comportamiento del astado en la plaza.

Setenta años atesorando experiencia a lomos de un caballo son muchos años y si estos se hacen con pasión, un profundo respeto por el toro, amor por el trabajo bien hecho, sin entender otra manera de vivir, y dedicar la vida entera al ganado bravo, éste, al final te la devuelve con creces.

Actualmente, después de limpiar la ganadería de variopintos encastes, quedándose tan sólo con el del Marqués de Domecq, y con el tesoro de su experiencia acumulado a lo largo de la vida, está lidiando novillos, que no erales, y hace unos días recogía el premio al mejor novillo en la Feria de Novilladas de Azuqueca de Henares, que premiaba el buen comportamiento en todas las suertes a un ejemplar castaño de nombre “Galileo” y lidiado por Miguel Ángel Silva. Podríamos decir que Pedro Sopeña, desde una vida más reposada y alejada de los ásperos problemas que acucian en estos tiempos a las ganaderías de reses bravas, es cuando realmente está disfrutando de su trabajo, de su vocación. En el mundo de la Fiesta nos hemos mal acostumbrado a llamar “maestro” solo a aquel que coge una muleta y un estoque. Yo creo que los verdaderos maestros son los que pueden enseñar mucho y bueno en cualquiera de sus parcelas, y Pedro Sopeña, para mí, para muchos, es un maestro de la vida. Un maestro de esta preciosa vocación que es la de ganadero de la bravura, una vocación que, ni más ni menos, es la responsable del origen y el centro de nuestra querida Fiesta Nacional, el toro de lidia.
D. Pedro, maestro, este homenaje va por usted.
Buenas tardes a todos y gracias por su atención.

Fernando Toquero del Vado
Pabellón de Deportes “San José”. Guadalajara.
25 de enero de 2014

 

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