Carlos Sánchez con sus trofeos.Carlos Sánchez sí fue profeta en su tierra. El novillero de Cabanillas del Campo fue el triunfador de la novillada sin picadores celebrada el domingo en su propio pueblo, al ser el único de los 6 espadas que trenzaron el paseíllo que logró abrir la puerta grande.
La corrida se planteaba como "desafío ganadero", con 6 ganaderías distintas -todas de la provincia- dispuestas para la lidia.
Carlos Sánchez prueba por la derecha.Sánchez desorejó al novillo que tuvo torear, pero que no fue precisamente el que le había tocado en suerte. El novillo titular de Peña salió inválido, rodando por el suelo tres veces antes de llegar a banderillas, y hubo de ser devuelto al corral. El cambio por el sobrero de la corrida, un eral de Hato Blanco, fue un acierto, porque el burel dio muy buen juego. Fue una faena muy completa, la del torero local. Comenzó con un elegante saludo capotero, que respondió primorosamente en el quite el francés Adrien Salenc. Sánchez comenzó su faena de rodillas, y enseguida se vio que el sobrero tenía calidad, repetía en la embestida, y buscaba el percal con codicia, pese a su poco trapío y escasa presentación. Hizo el de Cabanillas una buena faena, muy templada, que culminó con una gran estocada, lo que le valió las dos orejas.
José Rojo sorprendió en Cabanillas. Tan buena o incluso mejor faena que la de Sánchez fue la que se vio en el último toro de la tarde, de manos de José Rojo a un novillo de Cantinuevo. Rojo sorprendió a propios y extraños porque la corrida de Cabanillas era su presentación en público, la primera vez que se enfundaba un traje de luces. Pero el temple y el sosiego que demostró parecieron propios de un novillero mucho más placeado. Excelente en banderillas, brillante con el capote, y torerísimo en la muleta, Rojo pudo haber arrebatado a Sánchez el trofeo al mejor novillero de la tarde, pero una muy mala ejecución con la espada arruinó su posible triunfo, que quedó en una oreja.
También cortaron una oreja otros tres espadas en la tarde del domingo en Cabanillas. De hecho, el único que se quedó sin "tocar pelo" (posiblemente porque tuvo que abrir plaza y se encontró al público frío) fue Adrián Velasco.
El francés Adrien Salenc en un derechazoEn segundo lugar toreó Alejandro Gardel a un novillo -el mejor de la tarde a excepción del sobrero- de Guerrero y Carpintero. Gardel estuvo bien plantado ante su burel, toreó con delicadeza en buenas tandas de derechazos, y cortó una oreja de ley pese a matar con una estocada muy baja y una segunda un tanto desprendida.
El cuarto novillero de la tarde fue el francés Adrien Salenc. Se midió a un novillo de Polo Sáiz de grandes dificultades, que no humillaba y salía de los muletazos completamente despistado. Pero Salenc hizo gala de un notable oficio y buena dosis de técnica, y el público le premió con un apéndice.
Feo detalle de Víctor Hernandez
Finalmente, también cortó una oreja -"al valor"- Víctor Hernández. Hernández también debutaba de luces, y aunque mostró gran disposición, se le notaron nervios y dudas propias de esta primera vez. Empezó templado, ciertamente, pero fallos de colocación le supusieron a mitad de la faena varios enganchones que le hicieron perder la calma. Tiró entonces Hernández de recursos de valentía, jugándose el tipo ante un novillo de José María López que había aprendido demasiado dónde estaba el torero detrás de la tela, y que le volteó repetidamente. Cortó el novillero al final una oreja, más pedida por su disposición que por su faena. La Presidencia le negó la segunda, pese a la insistencia de la cuadrilla en tratar de cortarla por su cuenta. El caso es que el novillero no se tomó muy bien no lograr abrir la puerta grande, y en el día de su debut de luces, decidió arrojar al albero con desprecio la oreja cobrada, para sorpresa -y enfado- de buena parte del respetable.
