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Raphael cautiva a Guadalajara con dos horas y media de concierto

Rafael-17Raphael, en el Buero Vallejo./ Fotos: Guadalajara Diario.Salió Raphael con su chupa de cuero de toda la vida y la afición - que había comprado todas las entradas del teatro desde hace dos meses-,  puesta en pie le tributó una ensordecedora ovación. Parecía una final de Champions en la que todo el público era del mismo equipo.

 Salió Rafael Martos Sánchez, nacido en Linares (Jaén), el 5 de mayo de 1943, más conocido por Raphael, con esa PH que le da un toque chic, no había entonado una sola nota, y el teatro ya estaba patas abajo. Los estudiosos del fenómeno fan tienen en Raphael toda una mina para analizar. Porque cantantes con  seguidores devotos, hay varios y muy notables, ahí está el caso de Alejandro Sanz, que arrastra multitudes en España y América, pero que cautiven de un golpe a fans de cuatro y cinco generaciones, yo no conozco a ningún otro. Y estamos hablando de un señor que tiene 74 años. Envidiablemente llevados, por cierto. La viva imagen del retrato de Dorian Grey. ¿Con quién y qué habrá pactado nuestro Raphael?   

Rafael-08Sí, es verdad, que la gran mayoría de los asistentes al concierto de Guadalajara estarían entre los 40 y los años 60 años. Pero delante de mí tenía a una señora  de 91, que no protestó ni cuando las guitarras metieron caña a “Mi gran noche” o a “Carrusel”.  Pero es que por la sala había también setentones,  treintañeros y hasta juveniles novios cogidos de la mano. Este Raphael es así, capaz de poner a saltar a cincuenta mil chavales en el Sonorama de Aranda al ritmo de “Mi gran noche”, o  bañar en lágrimas a una excursión de pensionistas en Benidorm al escuchar su agónico “Amor mío”. ¿Que cómo lo hace? Yo creo que siendo honesto consigo mismo.

Porque es el Raphael de siempre, como recordó al público de Guadalajara en “Yo sigo siendo...”. Con algunos años más, sí claro, pero muy bien llevados. Con un gran vigor para llegar a los tonos más altos, y recrearse con ellos, y técnica para sobrevivir cuando baja rápido a voces más insinuantes. Está claro que es  hombre  de los que quiere morir con las botas puestas, como reconoce en “La última ovación”. Y, ayer, la última ovación la recibió  en Guadalajara, aunque como anunció a la afición morada él está dispuesto a venir más veces, porque es una plaza, ciertamente, en la que se ha prodigado poco: solo había estado una vez, por Ferias. Imperdonable en una ciudad en la que los “Mojinos escozíos” han venido por lo menos diez, dicho esto sin ánimo de señalar. 

Rafael-14Raphael se había hecho esperar, pero en su regreso se nos mostró pletórico. Para empezar, se marcó un concierto de dos horas y media, sin descanso, con 36 canciones, que pudieron ser 37.  Estaba previsto que cantara su emblemática “Yo soy aquel” en penúltimo lugar, pero se la saltó, y lo cerró con una coreada “Como yo te amo”. Yo creo que si la afición hubiera insistido más Raphael  habría cantado el “Yo soy aquel”. Pero eran las 11 de la noche, y  los abuelos sin cenar. Tampoco hay que abusar. Porque a lo largo de esas dos horas y medias, Raphael no se dejó nada en el tintero. Mezcló temas de aquí y allá (su discografía empieza en 1963 con Tu conciencia y el último es ya un CD de 2013, “ Mi Gran noche”), hizo un recorrido por el mundo  con Carrusel, la entrada de Beatles para “Estuve enamorado”, los aires italianos de Lo quiero a morir o Adoro. Saltó el charco a Méjico con Gracias a la vida, y nos dejó luego en latinoamérica con Acuarela o El Gavilán. Para el último tramo del concierto se dejó calientes temas de amor, y el público colaboró  emocionado con los coros: Estar enamorado, En caerne viva, Escándalo, Amame o ¡Qué sabe nadie!

Rafael-15El Buero Vallejo vertió sobre Raphael toneladas de aplausos, que él recogió con la exquisita cortesía de siempre. A nadie defraudó, porque la producción que trajo fue soberbia: de campo de fútbol para un teatro.  Y la banda, con tres guitarras, dos baterías, piano de cola y piano eléctrico, a tono con el personaje.

Raphael. ¡Ahí es nada!  Rafhael-nueva

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