Revilla lo volvió a hacer. Llena los auditorios en los que pronuncia sus conferencias y da un mitin a los que se quedan en la calle a lo Alejandro Lerroux. En Guadalajara, en donde no había estado nunca, también.

 En Guadalajara quiso pronunciar la conferencia en el palacio del Infantando, pero no le dejaron el local, alegando que era un acto político, y se acabó yendo al salón de actos del IES Brianda de Mendoza. Vino de la mano de la asociación de debate Arrebol y de la asociación de mujeres Atenea. Está de gira de promoción de su último libro.

Pasó lo mismo que en otras ciudades. Llena los locales que elige (de tamaño medio) y acaba dando una conferencia en la calle a los que no pueden entrar subido en calquier sitio. Entre los que estaban dentro, algunos políticos, especialmente del PSOE, con Pablo Bellido a la cabeza.

Miguel Ángel Revilla se ha convertido en un denómeno mediático. Sale en las tertulias de la televisión, sus libros están entre los más vendidos y hasta presta su nombre a una marca de anchoas de Santoña, que por cierto son excelentes.

Sus conferencias, más bien mitines, respiran populismo por los poros. Navega a favor de la corriente y arranca aplausos fáciles. Que Europa ahora tiene mala imagen, pues pide una alianza con Hispanoamerica, como si fueran magniotudes similares,  y a Rajoy que sea duro con Merkel. Que la gente está de uñas con los bancos, pues defiende a los preferentistas y da cera a los banqueros. Que la monarquìa ha dejado de ser intocable, pues recuerda que nadie es más que nadie en democracia.

Revilla jugó en la posición de outsider de la política, aunque preside un partido que ha gobernado Cantabria durante dos legislaturas, pero Revilla parece que lo malo no van con él, y no tuvo empacho en decir que lo peor no es la crisis económica sino la política.

Revilla en estado puro.