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La final en Guadalajara

roadtomilano

Por Alvaro Nuño y Santiago Barra

Nunca dejamos de creer

Vuelvo a verme las caras en esta misma pantalla y por idéntico motivo que hace exactamente dos años con este merengón (y sin embargo amigo) que ya no necesita bandera y bufanda para reflejar las colores de su equipo porque el color de su frondosa cabellera lo dice todo.

“Una oportunidad como esta no se repite en la vida”, me decía mi amigo Rafa hundido en el sillón de su casa, donde vimos en 2014 aquella fatídica final de Lisboa. Entonces nuestro Atleti lo tenía todo para ganar su primera Champions y, además, frente al eterno rival.

Pese a la pifia de Diego Costa -todavía nos estamos acordando del tratamiento “milagroso” que buscó en Serbia y que duró exactamente 9 minutos hasta que su bíceps dijo que lo que no cura el doctor Villalón, no lo cura nadie-, la testa de Godín nos hizo campeones de Europa durante 58 minutos, hasta que otra cabeza de otro defensa, la del sevillano Sergio Ramos, en aquel calamitoso minuto 93, nos devolvió a la cruda realidad. La prórroga y el resto de la película ya la conocemos todos. Nos ahorraremos los detalles.

Pero hete aquí que el destino de los que siempre aspiran a ser campeones nos vuelve a dar una nueva oportunidad dos años después. Será el 28 de mayo a las 20:45 en el Estadio San Siro de Milán. Allí nos volveremos a encontrar y estate seguro Santi, que esta vez no se nos volverá a escapar. Estoy seguro que el Cholo habrá aprendido la lección y no volverá a cometer errores de alineación y de cambios. Diego Costa pasó a la historia del Atleti por ser un delantero explosivo e impulsivo, pero lo dicho, ya es historia. Ahora contamos con  Griezmann y recuperado a nuestro Fernando Torres, ambos en estado de gracia -contamos con diez jugadores nuevos entre final y final-, pero seguimos teniendo a nuestra disposición la cabeza y las piernas de Godín y al Cholo en el banquillo. El Atlético ha demostrado a lo largo de la temporada que puede ganar a cualquiera y el Real Madrid ha comprobado en muchas ocasiones a lo largo de este curso que puede ser un equipo cualquiera.

“Esta afición sufre viéndonos ganar y perder, pero que estén tranquilos porque volveremos a jugar una final de Champions”, decía Juanfran en el mismo césped del estadio lisboeta después de perder y con los vítores de apoyo de la grada rojiblanca de fondo a pesar de la derrota, y el extremo rojiblanco es un hombre de palabra. Allí comenzó la remontada que nos ha llevado hasta aquí, y de nuevo se volverá a repetir la historia de David contra Goliat. Porque no hay que olvidar que el presupuesto de Florentino Pérez (431 millones de euros) prácticamente triplica al rojiblanco, que no llega a los 160. Parece por tanto lógico que las superestrellas del Madrid corran más, aguanten más, haya más banquillo; pero, a la hora de la verdad, sobre el césped, la plantilla del Atleti ha demostrado a lo largo de toda la temporada que la ilusión, el pundonor, el trabajo en equipo y la comunión con el entrenador y con la afición nos convierten en un club al menos igual de grande que nuestros vecinos del ático, a pesar del tamaño de la billetera de Florentino.

Y hablando de billetera, parece que la suerte no abandona la casa del rico. Para llegar a Milán, el Atlético ha tenido que superar a tres campeones de sus respectivas ligas, al PSV Eindhoven, al Barça y al Bayern de Múnich; mientras que el Real Madrid derrotó al Roma italiano (tercero), al Wolfsburgo alemán (octavo) y al Manchester City inglés (cuarto en la Premier League). Es evidente que las famosas bolitas de los sorteos de la Champions no se han portada de igual manera con unos que con otros.

La filosofía cholista del “partido a partido” nos hace mirar siempre adelante. Atrás quedó Lisboa, y ya sólo pensamos en la primera Copa de Europa del Atlético de Madrid. Como ha dicho Saúl, la nueva y fulgurante estrella del Atleti, “la final no es una revancha por lo de Lisboa, es una oportunidad para hacer historia. Estamos deseando que llegue ya el partido y ganarlo".

#AúpaAtleti Santi y nos vemos en el plaza del Jardinillo celebrándolo (Por cierto, a ver si el señor Alcalde -atlético de pro- pone el tridente a la estatua de Neptuno, aunque sólo sea por una noche de gloria).

Álvaro Nuño.

Especialistas en finales

Tengo que confesarte, Álvaro, que no esperaba reeditar contigo tran pronto este cruce epistolar con motivo de una final de Copa de Europa, que es así como los aficionados de toda la vida llamamos a  la Champions. 

En el Madrid estamos más acostumbrados desde la sequía de 32 años que sufrimos entre la sexta y séptima copa - la que más ilusión nos hizo-, pero que el Atleti, habiendo jugado solo una final en 1974, que luego lleve dos entre  2014 y 2016 es un indudable mérito que tiene Simeone, y  que no quierto regatear.

Simeone está siendo para el Atleti lo que fue Di Stéfano para el Real Madrid. La clave de bóveda sobre la que se ha construido el edificio del éxito. Personalmente, su juego no es de mi agrado, y si entrenara al Madrid, ya te digo que no acabaría la temporada (¿recuerdas que echamos a Antic cuando el equipo iba primero, porque el equipo jugaba feo?), pero para la plantilla que tiene no veo a otro mejor. Eso sí, para pasar de lo muy bueno a la excelencia en fútbol  hay que ganar a la Copa de Europa, y si encima es al Real Madrid, conozco a más de un colchonero que le puede dar algo. ¿Será el día 29 de Milán? 

Espero que no, aunque los antecedentes juegan a favor vuestro. Para ganar un copa de Eurora hay que tener suerte. Que se lo digan al Madrid de la Quinta del Buitre, que era un equipo excelso, pero nunca fue campeón de Europa. El Atleti tuvo la suerte del campeón en los penaltis del PSV. Y luego se ganó la admiración de todos ganando con mucho esfuerzo, y también algo de fortuna al Barcelona y Bayern de Munich. Diríase que está predestinado a ganar esta copa de Europa.

Mientras tanto, en el Madrid la temporada ha sido muy irregular. Florentino Pérez, un gran director financiero y un pésimo director deportivo, se equivocó al echar a Ancelloti contra la opinión de todo el madridismo, y la pifió contratando a Rafa Benítez, un entrenador al que este club le viene grande. Perdimos media temporada hasta que Florentino rectificó y echó mano del entrenador del equipo filial, en una solución de alto riesgo, porque pasar del banquillo del Escartín al del Bernabéu es puro vértigo, pero Zidane tiene la autoritas de la que carecía Benítez, la que le confiere haber sido campeón de todo. Un igual en un vestuario de  estrellas.

En esas circunstacias, haber llegado a la final o quedar la liga por delante de este gran Atleti es un gran mérito de Zidane.

Repito que la suerte es fundamental para ganar la copa de Europa. También en los sorteos, que han sido favorables a nuestros intereses en las eliminatorias contra  la Roma, Wolfsburgo y Manchester City. En Alemania  hicimos un partido patético, pero luego le valió al equipo para lograr otra remontada, que es lo que de verdad nos pone a los madridistas. Somos así de masocas. Y como el que no quiere la cosa, sin meter ruido y sin despertar grandes elogios, el Real Madrid llega por decimotercera vez a una final de Copa de Europa. Y eso son palabras mayores, amigo Álvaro.

Llegado a este punto, en donde por trayectoria, el Atleti sería favorito, solo el peso de la tradición confiere al Real Madrid un punto de ventaja. Somos especialistas en finales. Se han  ganado diez y solo hemos perdido tres (ante el Inter de Helenio Herrera, el Benfica de Eusebio y el Liverpool de Paisley).

Por contra, el Atleti ha jugado dos y las ha perdido en el descuento de una forma que te evito comentar... Así que Álvaro,  me vas a disculpar que no baje al Jardinillo con Neptuno, tras el partido, para saludar a los amigos del Atleti. Por un pequeño detalle: yo estaré esa noche  en San Siro, con una camiseta de Sergio Ramos,  celebrando la undécima, espero. Y tu estarás preguntando a tu amigo Rafa, hundido en el sillón, qué nos ha pasado esta vez. 

Yo también creo que el Atleti ha hecho méritos para tener, ya, una copa de Europa en sus vitrinas. Es curioso este Atleti que a la copa que os jorobó el alemán ese de nombre impronunciable la llamais "la casi". Créeme: hasta yo lo sentí. Pero no nos pidáis que seamos nosotros, los vecinos madridistas, los que os la entreguemos. Porque para para un madridista ganar la copa de Europa es lo más parecido a asaltar el cielo.

Santiago Barra.

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