Las mujeres de Manos Unidas inician el próximo día 11 su trienio anual Campaña contra el Hambre, un clásico de la solidaridad católica que no ha cesado de plantar cara al hambre desde su misma fundación. Pretenden que las personas vivan con dignidad, y contribuyen a la transformación de la dura realidad del hambre desde su esfuerzo personal y comunitario. La mayoría de ellas permanecen en el anonimato, pero tienen nombres y apellidos que los conocen bien en los lugares donde trabajan. Pertenecen a todas las profesiones y a los más diversos menesteres: altas ejecutivas, profesoras, juezas, administrativas, secretarias (…) mayores, maduras y jóvenes: todas siembran el trigo de la solidaridad para paliar el hombre de pocos que son muchos.
No utilizan el hambre y la pobreza para ganar votos, salir en las redes sociales o ingresar dinero público, como hacen presuntas organizaciones que viven de subvención pública y de los impuestos de los ciudadanos. El dinero que recaudan la Mujeres de Manos Unidas provine del sector privado, socios, donantes, parroquias, colegios concertados (ahora cuestionados por los que quieren imponer un modelo educativo público, reaccionario, único, laicista) entidades religiosas, herencias y legados. El sector público contribuye con un modesto 12,9%, que estas mujeres agradecen mucho, porque todo les parece poco para ayudar a los demás, sin cobrar nada.
Ellas, con su campaña contra el hombre y el ayuno voluntario, desde el núcleo esencial que alienta su lucha, que no es otro que el seguimiento del Sermón de la Montaña de Jesucristo, -tuve hambre y medisteis de comer- pretenden inyectar en la sociedad fuertes dosis de compasión, solidaridad para abrirse a las necesidades de los más excluidos. Muy especialmente en este año del Jubileo de la Misericordia. Las mujeres de Manos Unidas han hecho suyo, el llamamiento del Papa Francisco en su programa de pontificado que es el Evangelii Gaudium, cuando afirma: “De nuestra fe en Cristo hecho pobre, y siempre cercano a los pobres, brota la preocupación por el desarrollo integran de los más abandonados del sociedad” Eso es lo que pretenden y por lo que luchan las Mujeres Católicas de Manos Unidas: Plantar cara al hambre: sembrando.
Fidel García Martínez
